2 de febrero, 80 años de la Victoria de Stalingrado

2 de febrero, 80 años de la Victoria de Stalingrado 1

Stalingrado marcó el ocaso del ejército fascista alemán. Como es sabido, después del desastre de Stalingrado, los alemanes no han podido ya reponerse más. Stalin

Los fracasos y derrotas de la Guerra Relámpago condujeron a un punto desesperante a los hitlerianos, pues estos comenzaron a perder las ventajas temporales ganadas por el sorpresivo y pérfido ataque contra el país de los Soviets. Ya para el primer semestre del año 1942 el alto mando hitleriano no podía lanzar una ofensiva general a lo largo de todo el frente, debiendo optar por escoger un solo objetivo para una gran ofensiva de verano, tal objetivo lo comprendía los campos petroleros de los montes del Cáucaso que se encontraban en el suroeste, para tal fin Hitler ordenó conquistar primero la ciudad de Stalingrado para cimentar el flanco norte. Los fascistas despacharon 1.500.000 soldados, procurando cortar y conquistar hacia el suroeste el suministro de petróleo de los ejércitos soviéticos y abastecer a sus propias fuerzas. A Stalingrado el alto mando militar nazi envió a sus mejores generales, transfiriendo incluso aviones y tanques del frente de África del Norte, a sus hienas más cualificadas. Sin embargo, el alto mando militar hitleriano seguía soñando con conquistar Moscú. Con aquella estratagema el fascismo se jugaba el todo por el todo y buscaba asegurar su futuro y evitar la derrota en el frente oriental. Mao Tse-tung describió el ataque contra Stalingrado como una ofensiva «de la que dependía la existencia misma del fascismo».

Por su parte el Partido Comunista bolchevique y los altos mandos del Ejército Rojo se prepararon ideológica, organizativa y políticamente, con un plan del que esperaban que Stalingrado se convirtiera en la tumba del fascismo alemán. Sobre la nueva situación en el frente de guerra Stalin refirió: «¿En qué consistía, pues, el objetivo principal de la ofensiva alemana? Consistía en envolver a Moscú por el Este, aislar a la capital de la retaguardia del Volga y de los Urales y, después, atacarla. El avance de los alemanes en el sur, hacia las zonas petrolíferas, perseguía no sólo y no tanto el objetivo auxiliar de ocupar éstas, como de distraer hacía el sur el grueso de nuestras reservas y debilitar el frente de Moscú, para conseguir más fácilmente el éxito al atacar a la capital. Esto, precisamente, explica el que la agrupación principal de las tropas alemanas se encuentre ahora no en el Sur, sino en los sectores de Orel y Stalingrado». Con aquellas directrices el Ejército Rojo había venido replegando sus fuerzas a lo largo del río Don organizadamente con el objetivo de parar el avance nazi en Stalingrado.

El plan para detener el avance nazi en Stalingrado consistía en transformar la ciudad en una enorme esponja que absorbiera y empantanará la mayor cantidad posible de tropas alemanas por el tiempo necesario para organizar y concentrar en secreto en secreto un gran Ejército para después con una fuerte contraofensiva rodear, atrapar y aniquilar todo el VI Ejército alemán. La clave para el éxito de aquel plan lo constituía una lucha urbana con características de guerra de guerrillas apoyada en las masas. Chuikov, quien comandó la defensa de la gloriosa batalla de Stalingrado, considera dos momentos en la batalla: «Se divide en dos períodos: el defensivo, del 17 de julio al 19 de noviembre de 1942, y el ofensivo, del 19 de noviembre de 1942 al 2 de febrero de 1943. La batalla duró seis meses y medio. En ella participaron por ambas partes más de 2 millones de hombres y una inmensa cantidad de material de guerra».

Periodo Defensivo

En el periodo defensivo sucede una encarnizada lucha en las cercanías a Stalingrado, en la novela Ellos Lucharon por su Patria de Mijail Shólojov escrita en 1942 y en pleno avance del ejército nazi hacía la región de El Don, se retrata como con la valentía del Ejército Rojo se le ejerce una resistencia tenaz al avance alemán en cercanías de Stalingrado. En esos momentos el Partido Comunista, en difíciles condiciones organiza detalladamente la defensa de la ciudad creando unidades especiales con los miles de sus mejores militantes y en un breve tiempo logran transformar en un fortín militar a Stalingrado. Las famosas fábricas Barricada y Octubre Rojo, junto con la central eléctrica, pasaron a ser centros de preparativos militares. Miles de milicianos obreros formaron unidades de combate, armados con brazaletes y rifles. Veteranos de la revolución bolchevique y de la guerra civil, trabajadores de las acerías, de los ferrocarriles y de los astilleros, ingenieros de tractores, barqueros del Volga, mujeres y hombres se preparaban para luchar al lado del Ejército Rojo. Alrededor de las fábricas, otros trabajadores cavaban trincheras para defenderlas. Durante el avance de las fuerzas alemanas, la misma población de Stalingrado se precipitó a recoger los cultivos y a cavar trincheras contra los tanques. De la ciudad se logró evacuar a la mayoría de los 500.000 habitantes al otro lado del río. Un historiador burgués describió así la primera batalla en las trincheras alrededor de Stalingrado: «De la noche a la mañana, la milicia rusa llevó a cabo un milagro: cavó puestos fortificados interconectados y asimiló los puntos básicos de la guerra moderna. Ahora, vestidos en su ropa de trabajo o ropa elegante de domingo, se acurrucaban detrás de los morteros y ametralladoras para desafiar al mejor ejército de tanques del mundo. Cuando el Grupo de Combate [alemán] Krupen tambaleó ante su barrera de artillería, los rusos incluso iniciaron un contraataque, dirigido por tanques T-34 sin pintar, que salieron directamente de las líneas de ensamblaje».

Los fascistas alemanes iniciaron un ataque aéreo sobre Stalingrado con la intención de reducirla a cenizas y doblegarla, los bombarderos alemanes Stuka atacaron en pleno río muchos botes que transportaban civiles y soltaron bombas de dispersión en medio de las multitudes que esperaban traslado. La fuerza aérea nazi soltó miles y miles de bombas sobre la ciudad y la dejó en llamas. Docenas de miles de civiles murieron en los ataques iniciales. Los miembros de los grupos juveniles comunistas movilizaron a la población para buscar sobrevivientes colectivamente entre los escombros. Mientras tanto, los tanques y soldados nazis avanzaban hacia la ciudad con el sueño de atrapar a los ejércitos soviéticos contra el río y derrotarlos allí, todo en un lapso de 24 horas.

La resistencia en Stalingrado era tenaz, en la heroica defensa antiaérea soviética Chuikov nos relata:

«En su afán de llegar cuanto antes hasta el Volga en una extensa franja, los fascistas no cesaron los bombardeos aéreos de Stalingrado ni por un minuto: sólo el 23 de agosto la aviación fascista hizo dos mil incursiones. Los soldados de la defensa antiaérea y los pilotos soviéticos rechazaban con todo coraje los sucesivos ataques de la aviación nazi. En un solo día, el 23 de agosto, derribaron 90 aviones enemigos. No fueron pocos los casos cuando los soldados de la defensa aérea tuvieron que librar combates no sólo contra los aviones, sino también contra los tanques y la infantería del enemigo, como sucedió en las inmediaciones de Moscú. (…)

La mayoría de las tripulaciones de los cañones antiaéreos y de las luces reflectoras eran mujeres… Se mantenían firmes y seguían disparando aun cuando las bombas estallaban a su alrededor, cuando parecía imposible incluso quedarse en su puesto. En medio de los incendios y el humo, en medio de los estallidos de las bombas, aparentemente sin importarles las columnas de tierra que saltaban al aire por todas partes, se mantenían firmes hasta el fin. Por eso, y a pesar de grandes bajas, los aviones alemanes siempre tropezaban con un fuego concentrado y sufrían muchas pérdidas. Las artilleras bajaron docenas de aviones alemanes encima de la ciudad».

Los primeros tanques fascistas llegaron a los suburbios el 1 de septiembre. Allí se activa el plan y comienza la lucha callejera que se había previsto. La ciudad destruida con sus escombros y ruinas se convierte en un terreno idóneo que entorpece el avance de los tanques alemanes y favorece al Ejército Rojo, los tanques alemanes pasaron a ser presa fácil y los primeros en llegar fueron destruidos desde los techos de los edificios en ruinas. Chuikov escribió: «Destruimos por separado la infantería y los tanques que penetraron nuestras líneas: los tanques no podían hacer mucho sin la infantería, y por eso se retiraron después de sufrir grandes pérdidas… En los contraataques el enemigo siempre sufría muchas bajas y tenía que abandonar un ataque. Después tenía que recorrer el frente en busca de un punto débil en nuestras defensas, perdiendo tiempo e iniciativa… Muchas veces nuestro propósito no solo era causarles pérdidas sino, por medio de un ataque sorpresa de infantería y tanques, y con la ayuda de nuestra artillería y aviones, penetrar sus posiciones, trastornar sus formaciones, quebrantar su ataque y ganar tiempo».

En la lucha callejera, Chuikov instruye al Ejército Rojo para que aplique la táctica de abrazar al enemigo, aprehendiendo de la misma práctica de la lucha llega a concluir: «Así que nos dimos cuenta de que debíamos reducir a lo mínimo la tierra de nadie, si era posible a la distancia de una granada». Los soldados soviéticos trataban de acercarse tanto al enemigo con la intención de evitar que la fuerza aérea fascista pudiera bombardear las unidades soviéticas del frente y sus trincheras sin arriesgar la vida de los soldados alemanes. En la encarnizadas lucha cuerpo a cuerpo que se desató, en donde inclusive las palas y herramientas de mano se convertían a veces en armas, se elevó la moral y la intrepidez del Ejército Rojo y decayó la moral de los hitlerianos. «Su moral no lo podía tolerar. No tenían suficiente valor como para mirar al soldado soviético cara a cara. Se podía identificar a un soldado enemigo en su puesto de avanzada desde lejos, especialmente durante la noche, porque constantemente, cada cinco o diez minutos, disparaba su metralleta con el fin de reforzar su moral. De esa manera nuestros soldados encontraban a esos ‘guerreros’, se les acercaban sigilosamente y los aniquilaban con una bala o bayoneta». En aquel nuevo escenario, el ejército fascista comenzó a desgastarse y toda su lógica de la Guerra Relámpago perdió sustento, Chuikov testimonia: «La guerra urbana es una clase especial de combate. Las cosas no se resuelven por medio de la fuerza, sino por la habilidad, la ingeniosidad y la rapidez… lo clave son las pequeñas unidades de infantería y las armas y tanques individuales».

Las masas que sobrevivían entre los escombros se convirtieron en un vital apoyo para Ejército Rojo con la información que aportaban sobre las posiciones del enemigo. Muchos niños huérfanos sobreviviente entre las ruinas en ocasiones pasaban a ser «hijos de los regimientos». A estos niños se les vestía, se les daba de comer y se les daba uniforme militar. Estos con sus diminutos cuerpos y su agilidad fueron buenos para atravesar escombros, esconderse y recoger información del enemigo. Anatoli Kúrishev fue un «hijo del regimiento» que participó en la heroica defensa de la casa Pavlov, donde un pequeño grupo de soldados durante 58 días logró rechazar todos los ataques enemigos hasta el último aliento. Anatoli Kúrishev recuerda: «La casa tenía una gran importancia estratégica por su posición en un sitio abierto que la hacía de difícil acceso, los soldados pusieron minas alrededor de la casa para obstaculizar la llegada a ésta. Pavlov me dijo cuando estaba a su lado: Ve ayudar a Voronov, al tirador de ametralladora y haz lo que él te diga». Anatoli traía balas y granadas a los soldados que defendían la casa y además atendía a los civiles que se refugiaban en el sótano de la casa.

Muchos soldados de esas pequeñas unidades tenían distintas nacionalidades, pero luchaban hasta el último aliento para defender el gran país socialista. «En sus filas un puesto de honor le pertenece al komsomol M. Panikaja, marino del Océano Pacífico. A fines de septiembre él atravesó el Volga junto con su 883° regimiento de la 193a división y defendió con sus compañeros de regimiento el poblado de Krasni Oktiabr. Cuando los tanques nazis (¡cuántas veces ya!) atacaban las posiciones del regimiento, M. Panikaja lanzaba contra ellos botellas de líquido inflamable. Ocurrió que una de sus botellas fue atravesada por una bala y el líquido inflamado lo envolvió al instante en llamas. Ardiendo como una antorcha, Panikaja sin perder la serenidad, saltó de la trinchera, se acercó al tanque enemigo y con la segunda botella lo incendió. El joven héroe entregó su vida en aras de la defensa de la ciudad a orillas del Volga, en aras de nuestra justa causa y de nuestra gran Patria». Chuikov.

Dándole una vuelta más a la tuerca y empeorarle la situación al ejército nazi, el Partido Comunista inició un «movimiento de francotiradores» entre los combatientes del 62 Ejército. De allí surgiría el héroe de la Unión Soviética Vasili Záitsev, anteriormente obrero de la ciudad de Kolomna y de joven pastor en los Urales, quien manifestó profundamente su inquebrantable decisión de defender la ciudad: «Tras el Volga no hay tierra para nosotros». Rápidamente Záitsev se convirtió en el temor de todos los soldados fascistas en Stalingrado, durante el período del 10 de noviembre al 17 de diciembre de 1942, abatió a 225 soldados y oficiales fascistas, incluidos 11 francotiradores. El mando militar hitleriano traslado desde la misma Berlín a su mejor tirador —el comandante König, jefe de la escuela berlinesa de francotiradores—; Záitsev logra dar de baja al mejor tirador fascista alemán en un duelo que quedó registrado en su librera militar. 1

Para el 24 de septiembre, los alemanes controlaban la mayor parte de la ciudad a costo de sufrir muchas bajas. La resistencia continuaba en los distritos industriales del norte. Muchos de los refuerzos soviéticos que llegaron en esos días del otro lado del Volga eran adolescentes de las regiones fronterizas del Asia soviética, a quienes se les instruía sobre la lucha urbana y se les dotaba de un manual para pelear. El 14 de octubre, los alemanes lanzaron una gran ofensiva, soñando con que fuera la última. Empezaron con 3000 bombardeos de aviones, seguidos por un ataque de tres divisiones de infantería y dos de tanques. El 30 de octubre, el 62 Ejército soviético solo controlaba tres pequeños territorios a lo largo del río, pero de todos modos los alemanes no lo podían derrotar. Un oficial de tanques alemán escribió: «Hemos peleado 15 días para conquistar una sola casa, con morteros, granadas, ametralladoras y bayonetas. El tercer día había 54 cadáveres alemanes en los sótanos, los rellanos y las escaleras. El frente es un corredor entre las habitaciones quemadas; es el techo entre dos pisos. Los refuerzos llegan de las casas vecinas por medio de chimeneas y escaleras de incendios. Hay un sinfín de peleas del mediodía al anochecer. De un piso al otro, con la cara cubierta de sudor, nos atacamos el uno al otro con granadas en medio de las explosiones, las nubes de polvo y el humo… Pregúntenle a cualquier soldado qué quiere decir luchar cuerpo a cuerpo en una batalla así».

El 11 de noviembre, los alemanes lanzaron la que sería su última ofensiva; tuvieron que pelear por cada metro y cada ladrillo. Al segundo día, el 12 de noviembre, se agotaron.

Periodo Ofensivo

El esfuerzo y sacrificio de los combatientes de Stalingrado otorgó el tiempo necesario para agrupar en secreto un gran ejército de cerca de 1.700.000 hombres. El alto mando hitleriano había mordido el señuelo. Stalin, el general Vassilevsky y el mariscal Zhúkov analizaron los puntos débiles del enemigo fascistas y se percataron de que habían descuidado los flancos, ellos elaboraron el plan Operación Urano, que consistía en una maniobra de pinza para cercar, copar y embolsar al Sexto Ejército Nazi por entero, simulando las maniobras de la Guerra Relámpago, irrumpiendo además en la retaguardia alemana por los dos flancos norte y sur, atacando allí donde las fuerzas hitlerianas eran más débiles.

El 19 de noviembre de 1942, un potente ataque de la artillería soviética anuncio el inicio de la fuerte ofensiva. Desde el norte y el sur un movimiento envolvente en pinza cercó a 330 mil soldados y oficiales nazis en tan solo 5 días. Aquella ofensiva fue realizada en pleno invierno, por lo que la destreza y preparación de los soldados rojos ayudó mucho a asegurar el cerco.

La respuesta de Hitler al general del VI ejército Von Paulus, fue la de resistir el cerco mientras enviaba tropas y abastecimiento en ayuda para romperlo. Hitler envió un nutrido grupo de tanques bajo el mando del mariscal de campo Manstein desde el Don para romper el cerco, mientras ordenó a las fuerzas aéreas nazis abastecer a Paulus. Sin embargo, el Ejército Rojo contuvo las divisiones blindadas de Manstein en una encarnizada batalla. La novela Nieve Ardiente de Yuri Bondariev 2 escenifica aquella batalla donde fueron derrotadas las divisiones blindadas con escasos recursos y luego de marchar forzosamente por días enteros en invierno. La respuesta de las Fuerza Aérea nazi fue ineficaz por los golpes propinados por la fuerza antiaérea soviética. Sobre el cercado Ejército Alemán recayó la presión del Ejército Rojo, sumado a las enfermedades, el hambre y las inclemencias del clima. El VI Ejército Nazi Alemán se desintegró poco a poco y terminó rindiéndose el 2 de febrero de 1943. Paulus se rindió con los 90 mil soldados que quedaban del VI Ejército. Stalin al hacer un análisis sobre el resultado de Stalingrado para los fascistas aseguró: «La batalla de Stalingrado terminó con el cerco de un ejército alemán de 300.000 hombres, con la derrota del mismo y el aprisionamiento de casi la tercera parte de las tropas cercadas. Para darse una idea de las proporciones de la debacle sin precedentes en la historia que tuvo lugar en los campos de Stalingrado, es necesario saber que después de la terminación de esta batalla, fueron recogidos y sepultados la cantidad de 147.200 cadáveres de soldados y oficiales alemanes y 46.700 de soldados y oficiales soviéticos. Stalingrado mareó el ocaso del ejército fascista alemán». 3

Los 90 mil soldados hechos prisioneros fueron obligados a trabajar para reconstruir la ciudad y luego fueron enviados a campos de trabajo forzados. De ese número solo sobrevivieron 6 mil que fueron liberados por el revisionista Krushev en 1953 después de destronar la dictadura del proletariado en la URSS. Años después Krushev cambio el nombre a la ciudad de Stalingrado por el nombre actual Volgogrado, en concordancia con sus intereses oportunistas y en socorro de todos los imperialistas, ya que Stalingrado significó la tumba del fascismo alemán.

Notas:
1 Extractos del diario de Vasili Záitsev en http://revolucioncultural-p.blogspot.com/2012/05/derrota-del-nazi-fascismo-un-heroe-para.html  

2 Nieve Ardiente de Yuri Bondariev https://drive.google.com/file/d/0Bw5Zm10Cq88HZDk5YTdiYmYtMDNiMC00ZTk1LWIwZmEtYjQxYTNlZjExMWY3/view?authkey=CPKe5pkE&hl=en

3 Discursos de Stalin en la Gran Guerra Patria https://drive.google.com/file/d/1NRzofnEw6Dhu7Jb2xIJo9X6DY1vBgmFX/view?usp=sharing
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