Hablan los muertos de Vietnam

Ante la ofensiva de pacificación imperialista sobre nuestro pueblo Colombiano, reproducimos a continuación un histórico documento de la Guerra Popular en Vietnam. Fue de este país donde los reaccionarios y el imperialismo encabezado por los EE.UU salieron derrotados por un poderoso pueblo luchador.

Aunque la situación de aquel país a mediados del siglo pasado no es igual a la Colombia del día de hoy, un país capitalista oprimido en Latinoamérica, donde la actual etapa de la revolución es de defensiva estratégica y la tarea central del periodo para los comunistas es construir el destacamento de vanguardia de la clase obrera, no un frente popular, ni un ejército popular; y aunque Vietnam no logró coronar la instauración del socialismo en aquel país, principalmente porque el Partido perdió su independencia de clase claudicando a los intereses del socialimperialismo soviético y dejando predominar el nacionalismo burgués en su seno, su experiencia de lucha y la demostración de que una Guerra Popular es invencible, nos sirve hoy a los revolucionarios para contrastar las posiciones reformistas de claudicación ante el enemigo, que desanima a los revolucionarios y favorece al capitalismo moribundo.

Nuestros secretos son para todos los pueblos del mundo. No nos importa haber muerto si nuestro combate enseña a los pobres y humillados de todos los países a combatir.

Contra los pueblos alzados firmemente no hay enemigo todopoderoso, no hay crimen que termine por vencer, no hay arma suficientemente destructora.

Éramos un pueblo pequeño y nuestro presidente Ho Chi Minh, discípulo de Marx y de Lenin, nos enseñó cómo ir de lo pequeño a lo grande.

Primero vino el partido, el cerebro y el corazón de la lucha. El partido de la clase obrera que fue a hacer su labor en el mar de la población campesina.

No era posible hacer pacíficamente esa tarea bajo la brutalidad del colonialismo francés: la organización de nuestras masas tendría que ser, desde el inicio, una organización político-militar.
Las brigadas de propaganda armada del partido comenzaron por construir la pequeña guerrilla de la localidad. El poder local es el talón de Aquiles del opresor extranjero. Las guerrillas eran pequeños grupos de tres, cinco, diez hombres, pero crecieron en todo el país. Los mejores hombres de las guerrillas pasaron a formar las tropas locales, que operaban en una zona mayor. Cuando la guerra se desarrolló aún más se formaron las tropas regulares, con las mejores unidades de las tropas locales.

Y es que desde el inicio la guerrilla era el pueblo. La guerrilla no era un pequeño destacamento que llegaba a incrustarse en la población para recibir su apoyo, no era un grupo que hoy combatía aquí y mañana allá, la guerrilla era la población que se insurreccionaba en forma guerrillera (en pequeños grupos), merced a la labor organizativa de los grupos de propaganda armada del partido.

La guerrilla no sólo era el pez en el agua, sino la unión del agua y los peces, el agua organizada, los peces organizados, un par de peces.

Y todos tenían un puesto en el combate: los jóvenes, las mujeres, los ancianos, los niños. Y el que no podía cargar el fusil afilaba estacas de bambú, o desinformaba al enemigo o hacía sandalias para los guerrilleros.

Y de pronto se combatió en todas partes, en el campo y en las ciudades, pues organizando nuestras fuerzas en cada localidad terminamos por estar en todas partes, aunque comenzamos sin tener una sola pulgada de tierra liberada.

Conocíamos la importancia de la solidaridad internacional y su necesidad, pero sabíamos que la garantía de nuestra lucha estaba en nuestras propias fuerzas, las fuerzas crecientes de quienes supimos partir de cero y adecuamos nuestra debilidad al poderío del enemigo.

Así nos lo enseñaron el presidente Ho y Lenin.

En ese movimiento organizativo ascendente creció el partido, se fortalecieron las fuerzas armadas,

se multiplicaron las organizaciones de masas y surgió el Frente Único. Y aun existiendo y operando las tropas regulares la guerrilla siguió desarrollándose y combatiendo coordinadamente y creciendo a su vez hacia unidades locales y regulares. Y el partido siguió dirigiendo exclusivamente lo militar, sin someter lo militar a la política de frente único, garantizando así la independencia dirigente de la clase obrera en el fuerza principal del pueblo en lucha.

El partido y el Frente Único movilizaron a todo el pueblo para hacer la guerra del pueblo guerra integral, multiforme: militar, política, económica, ideológica. Y a la par de las guerrillas y las grandes unidades militares se organizó el ejército político de las masas. Estas fuerzas vencieron a los colonialistas franceses y japoneses y han doblegado la agresión imperialista norteamericana.

Esas fuerzas harán que nuestro país renazca de las cenizas en forma que será diez veces más bello.

Porque entre todas las cenizas que hoy resumen el dolor de Vietnam están nuestras cenizas victoriosas,

las de los hijos del pueblo que morimos por la vida de Vietnam y de toda la humanidad.

Extraído de «Un libro rojo para Lenin» de Roque Dalton

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