Falsa libertad de prensa

El periodista de la Revista Semana, Juan Esteban Mejía, está a la espera de que la Fiscalía lo acuse formalmente por el presunto delito de calumnia, contra un falso médico cirujano plástico, quien siendo médico general de profesión, al realizar varios tratamientos estéticos, perjudicó a no pocos pacientes, causándole la muerte por lo menos a uno de ellos.

El periodista, no tiene capital suficiente para defenderse, ni respaldo de sus jefes –de la familia Santos–, para que no lo condenen porque su artículo de denuncia cometió el error de decir que dicho personaje no era médico cuando sí lo era. Hasta el momento solo cuenta con la ayuda de sus colegas.

¿Cuántos periodistas tratando de ser imparciales para decir la verdad no son censurados por sus propios jefes que velan por los intereses de los capitalistas dueños de los medios de comunicación? ¿Cuántos periodistas son amenazados, desplazados y asesinados por decir la verdad? Esto indica una verdad: los capitalistas son los únicos que tienen todas las posibilidades de sacar partido de su prensa para engañar al pueblo. La libertad burguesa es la libertad de explotar y de oprimir a los trabajadores, y todo lo que denuncie esta dominación es para censurar. De otro lado, cuando los «incentivos» y el soborno fallan como método para evitar que se diga la verdad, la burguesía aplica la censura mediante la coerción, la amenaza y el asesinato a los periodistas.

Los periodistas al servicio de los grandes medios de comunicación burgueses, no solo pierden gran parte de su trabajo, censurado, sino que cuando ejercen su actividad son las mamparas que reciben las balas, amenazas y demás vejámenes. Por lo anterior, el proletariado revolucionario repudia la falsa «libertad de prensa» y de «pensamiento» de la sociedad burguesa y se niega a hacer coro a la frase burguesa, anarquista y pequeñoburguesa de la «libertad absoluta y en general»; le declara la guerra a la mentira con la cual la «libertad» y la «imparcialidad» burguesas oscurecen la conciencia de las masas y esconden el hecho real y objetivo de que los literatos, escritores, artistas y periodistas están al servicio del gran capital.

Por esto el periodismo popular emerge con fuerza entre el pueblo, de manera independiente a los grandes medios de comunicación. Pero para que un periodismo sea verdaderamente libre, debe romper toda atadura del poder del capital. Esto es lo que hacen periodistas revolucionarios agrupados en la red de columnistas, corresponsales y articulistas del periódico Revolución Obrera.

El proletariado revolucionario llama a los periodistas del pueblo a realizar su actividad clandestina contra el poder político, económico e ideológico de la burguesía, a escribir a nuestras cuentas, bajo seudónimos y desde lugares públicos, para hacer conocer la verdad que está ahorcada por la coyunda de los jefes de redacción sirvientes al capital, para que la prensa, la televisión y la radio solo diga lo que convenga a esta oprobiosa dominación de clase.

Los periodistas sin trabajo, los expulsados de los grandes medios de comunicación, los perseguidos y vilipendiados tienen una forma de servir al pueblo, y la mejor que ofrece el movimiento obrero en estos momentos es la de escribir y pasar información a los medios de comunicación realmente independientes y revolucionarios.

No hay por qué soportar este tipo de humillaciones como las que sufre Juan Esteban Mejía, la clase obrera es el mejor aliado que tienen los periodistas del pueblo, no la burguesía, hipócrita y traicionera.

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