En los 100 Años de la Revolución de Octubre (VII)

En los 100 Años de la Revolución de Octubre (VII) 1

El Partido Bolchevique Durante los Meses que Siguieron a la Revolución de Febrero

La Tesis de Abril

Después de la caída del zar del poder las sentencias bolcheviques se cumplieron, el nuevo gobierno provisional no entregó al país ni la paz, ni el pan, ni la tierra. El gobierno provisional hacía todo a su alcance para restaurar el gobierno monárquico, mientras que los obreros y soldados se mantenían firmes en evitarlo a toda costa. En aquel panorama se perfiló una dualidad de poderes entre el nuevo gobierno provisional representante de los capitalistas y terratenientes y las amplias masas populares representada en los soviets. Aquella situación creada por la Revolución de Febrero no podía sostenerse por mucho tiempo, pues la marcha de los acontecimientos exigía que el Poder se concentrase en uno de los dos sitios: o en el regazo del Gobierno provisional o en manos de los Soviets.

Para aquel momento la política oportunista de los mencheviques y socialrevolucionarios encontraba aún apoyo en las masas del pueblo. Todavía eran muchos los obreros, y más aún los soldados y campesinos engañados en el errado camino de los oportunistas, confiaban en que “pronto vendría la Asamblea Constituyente a arreglarlo todo como era debido”, creían que la guerra no se hacía por obtener conquistas, sino porque era necesaria para la defensa del Estado. A estos era a los que Lenin llamaba defensistas honradamente equivocados. Pero las promesas y exhortaciones no cumplen efecto durante mucho tiempo y la política oportunista no hacía otra cosa que postergar la acción y engañar a la gente confiada. Los bolcheviques tuvieron en aquel terreno una dura lucha por esclarecer y enfrentar a los oportunistas y al nuevo gobierno.

La revolución de febrero representó una oportunidad para que el partido bolchevique pasara de la clandestinidad a desarrollar abiertamente su labor política y de organización. Por aquel entonces, la cifra de afiliados al Partido bolchevique era de 40 a 45.000. Pero eran cuadros templados en la lucha. Los comités del Partido fueron reorganizados sobre la base del centralismo democrático y se estableció el principio de designar por elección de abajo arriba todos los órganos del Partido. El paso del Partido a la legalidad puso de manifiesto las discrepancias existentes en su seno. Kamenev y algunos militantes de la organización de Moscú, como por ejemplo Rykov, Bubnov y Noguin, abrazaron la posición semimenchevique de apoyo condicionado al Gobierno provisional y a la política de los defensistas. Stalin, que acababa de regresar del destierro, Molotov y otros, en unión de la mayoría del Partido, defendieron la política de desconfianza en el Gobierno provisional, se manifestaron en contra del defensismo y preconizaron la lucha activa por la paz y contra la guerra imperialista. Una parte de los militantes del Partido vacilaba, reflejando con ello su atraso político, resultado de su larga estadía en la cárcel o en el destierro. Se notaba la ausencia del jefe del Partido, de Lenin. El 16 de abril de 1917, después de una larga expatriación, Lenin regresó a Rusia. Lenin llegó a Petrogrado el 3 de abril por la noche. En la estación de Finlandia y en la plaza que da acceso a ella, se congregaron para recibirle miles de obreros, soldados y marinos. Un entusiasmo indescriptible se apoderó de las masas cuando Lenin bajó del tren. El jefe de la revolución fue llevado en volandas hasta la gran sala de espera, donde aguardaban los mencheviques Chjeidse y Skobelev para dirigirle un saludo de «bienvenida» en nombre del Soviet de Petrogrado, saludo en el que «expresaban la esperanza» de que Lenin «marcharía de acuerdo» con ellos. Pero Lenin, sin escucharles, pasó de largo, dirigiéndose a la masa de los obreros y soldados, y, subido a un carro blindado, pronunció su famoso discurso, en el que llamaba a las masas a luchar por el triunfo de la Revolución Socialista. «¡Viva la Revolución Socialista!», fueron las palabras con que Lenin puso fin a este discurso, el primero que pronunciaba, después de largos años de destierro.

A su llegada a Rusia, Lenin se entregó con toda energía al trabajo revolucionario. Al día siguiente de su llegada, pronunció en una reunión del Partido bolchevique un informe sobre la guerra y la revolución, volviendo luego a exponer las tesis de este informe en una asamblea a la que asistieron, además de los miembros del Partido, los mencheviques. Tales fueron las célebres «Tesis de Abril» de Lenin, que trazaron al Partido y al proletariado la línea revolucionaria clara del paso de la revolución burguesa a la revolución socialista.

Las Tesis de Abril de Lenin trazaban un plan genial de lucha del Partido para el paso de la primera a la segunda etapa de la revolución, para el paso de la revolución democrático-burguesa a la revolución socialista. En el terreno económico, las medidas de transición podían resumirse así: nacionalización de toda la tierra del país, mediante la confiscación de las tierras de los terratenientes; fusión de todos los bancos en un solo Banco Nacional, sometido al control del Soviet de diputados obreros; implantación del control sobre la producción social y el reparto de los productos. En el terreno político, Lenin preconizaba el paso de la República parlamentaria a la República de los Soviets. Esto significaba un importante avance en el terreno de la teoría y la práctica del marxismo. Hasta entonces, los teóricos marxistas venían considerando la República parlamentaria como la mejor forma política de transición hacia el socialismo. Ahora, Lenin preconizaba la sustitución de la República parlamentaria por la República de los Soviets, como la forma más adecuada de organización política de la sociedad en el periodo de transición del capitalismo al socialismo. «La peculiaridad del momento actual en Rusia -decían las Tesis- consiste en el paso de la primera etapa de la revolución, que ha dado el Poder a la burguesía por carecer el proletariado del grado necesario de conciencia y de organización, a su segunda etapa, que pondrá el Poder en manos del proletariado y de los campesinos más pobres». (Lenin, t. XX, pág. 88, ed. rusa).

En cuanto a los soviets, por el momento los bolcheviques se encontraban en minoría, en éstos predominaba el bloque menchevique-socialrevolucionario, que servía de vehículo a la influencia de la burguesía sobre el proletariado. En sus Tesis, Lenin señalaba además que la misión del Partido consistía en: «Explicar a las masas que el Soviet de diputados obreros es la única forma posible de gobierno revolucionario, por cuya razón, mientras este gobierno se someta a la influencia de la burguesía, nuestra misión sólo puede consistir en explicar los errores de su táctica de un modo paciente, sistemático, tenaz y adaptándose especialmente a las necesidades prácticas de las masas. Mientras estemos en minoría, desarrollaremos una labor de crítica y esclarecimiento de los errores, manteniendo, al mismo tiempo, la necesidad de que todo el Poder del Estado pase a los Soviets de diputados obreros…» (Lenin, t. XX, pág. 88, ed. rusa).

Esto quería decir que Lenin no incitaba a la insurrección contra el Gobierno provisional aún, ya que era sostenido por la confianza de los Soviets. En otra parte de esta tesis, Lenin exigía que el Partido se quitase la «ropa sucia», que dejase de llamarse Partido socialdemócrata. Socialdemócratas se llamaban también los partidos de los Segunda Internacional y los mencheviques rusos. Era un nombre manchado, deshonrado por los oportunistas, por los traidores al socialismo. Lenin proponía que el Partido bolchevique adoptase el nombre de Partido Comunista, que era como llamaban a su partido Marx y Engels. Finalmente, Lenin exigía la fundación de la nueva Internacional, de la Tercera Internacional o Internacional Comunista, libre de las taras del oportunismo y del socialchovinismo. Las Tesis de Lenin levantaron un griterío rabioso entre la burguesía, los mencheviques y los socialrevolucionarios, pero fueron de vital importancia para el partido y la revolución.

Crisis del Gobierno Provisional y la Conferencia de Abril

El 18 de abril, el ministro de Relacionas Exteriores del Gobierno provisional, Miliukov, declaró a los aliados que «todo el pueblo aspiraba a proseguir la guerra mundial hasta conseguir un triunfo decisivo» y les aseguraba que era «intención del Gobierno provisional cumplir escrupulosamente los deberes asumidos para con nuestros aliados». El 19 de abril llegó a conocimiento de los obreros y soldados esta declaración. El 20 de abril, el Comité Central del Partido bolchevique invitó a las masas a protestar contra la política imperialista del Gobierno provisional. El 20 y el 21 de abril de 1917 (calendario viejo), salieron a la calle en manifestación masas de obreros y soldados, en número que no bajaría de 100.000 hombres, movidas por un sentimiento de indignación contra la «nota Miliukov». En los carteles se inscribieron estas consignas: «¡Que se publiquen los tratados secretos!», «¡Abajo la guerra!», «¡Todo el Poder a los Soviets!». Los obreros y los soldados marcharon desde los suburbios hasta el centro de la ciudad, en dirección a la residencia del Gobierno provisional. En la avenida Nevski y en otros puntos se produjeron choques con algunos grupos sueltos de burgueses.

Los contrarrevolucionarios más descarados, como el general Kornilov, declararon que la manifestación debía disolverse a tiros, y llegaron incluso a dar las órdenes pertinentes. Pero las tropas, a quienes cursaron estas órdenes se negaron a ejecutarlas. Un pequeño grupo de miembros del Comité del Partido en Petrogrado (Bagdatiev y otros) lanzó durante esta manifestación la consigna del derrocamiento inmediato del Gobierno provisional. El C.C. del Partido bolchevique condenó severamente la conducta de estos aventureros de «izquierda», reputando aquella consigna como extemporánea y falsa, como una consigna que impedía al Partido ganar la mayoría dentro de los Soviets y que se hallaba en contradicción con el punto de vista del desarrollo pacífico de la revolución, adoptado por el Partido.

Los acontecimientos del 20 y 21 de abril marcaron el comienzo de la crisis del Gobierno provisional. Era la primera grieta importante que se abría en la política oportunista de los mencheviques y socialrevolucionarios. El 2 de mayo de 1917, Miliukov y Guchkov fueron separados del Gobierno provisional bajo la presión de las masas. Se constituyó el primer Gobierno provisional de coalición, en el que entraron, al lado de los representantes de la burguesía, los mencheviques (Skobelev y Tsereteli) y los socialrevolucionarios (Chernov, Kerenski y otros). Con esto, los mencheviques y los socialrevolucionarios se pasaron al campo de la burguesía contrarrevolucionaria.

El 24 de abril de 1917 inauguró sus tareas la VII Conferencia (Conferencia de Abril) del Partido bolchevique. Por primera vez, desde que existía el Partido, se reunía abiertamente una conferencia bolchevique, que por su importancia, ocupa en la historia del Partido el mismo lugar que un congreso.

La Conferencia de Abril, en la que estaban representados los bolcheviques de toda Rusia, reveló el desarrollo impetuoso del Partido. Asistieron a ella 133 delegados con voz y voto y 18 con voz pero sin voto, representando en total a 80.000 miembros organizados del Partido. La Conferencia de Abril discutió y trazó la línea del Partido en todos los problemas fundamentales de la guerra y la revolución: la situación del momento, la guerra, el Gobierno provisional, los Soviets, el problema agrario, el problema nacional, etc.

En esta Conferencia, Kamenev y Rykov se levantaron contra Lenin. Siguiendo las huellas de los mencheviques, repetían que Rusia no estaba preparada para la revolución socialista, que en Rusia sólo era posible una República burguesa y proponían al Partido y a la clase obrera limitarse a «controlar» el Gobierno provisional. En realidad, su posición, al igual que la de los mencheviques, era la de mantener el capitalismo, la de mantener el Poder de la burguesía.

Zinoviev intervino también en contra Lenin respecto al problema de si el Partido bolchevique debía continuar dentro de la unión de Zimmerwald o romper con ella, para crear la nueva Internacional. Lenin insistía en la necesidad de salir inmediatamente de esta organización, y crear una nueva Internacional, la Internacional Comunista. Zinoviev proponía seguir con los zimmerwaldianos. Lenin condenó enérgicamente esta actitud de Zinoviev, calificando su táctica de «archioportunista y perniciosa».

Después de escuchar el informe de Lenin sobre el problema agrario, la Conferencia aprobó una resolución sobre la confiscación de las tierras de los terratenientes para ponerlas a disposición de los Comités de Campesinos y sobre la nacionalización de todas las tierras del país. Los bolcheviques llamaban a los campesinos a luchar por la tierra y hacían ver a las masas campesinas que el Partido bolchevique era el único partido revolucionario que ayudaba a los campesinos de una manera real a derrocar a los terratenientes.

Tuvo gran importancia el informe del camarada Stalin sobre el problema nacional. Ya antes de la revolución, en vísperas de la guerra imperialista, Lenin y Stalin habían trazado las bases para la política del Partido bolchevique respecto al problema nacional. Lenin y Stalin decían que el Partido proletario debía apoyar al movimiento de liberación nacional de los pueblos oprimidos contra el imperialismo. En relación con esto, el Partido bolchevique defendía el derecho de autodeterminación de las naciones hasta llegar a la separación del Estado a que pertenecían para formar Estados propios e independientes. Este punto de vista fue el que defendió en la Conferencia, informando por el C. C., el camarada Stalin.

En contra de Lenin y Stalin intervino Piatakov, quien ya durante la guerra había adoptado ante el problema nacional, en unión de Bujarin, una posición nacionalchovinista. Piatakov y Bujarin eran contrarios al derecho de autodeterminación de las naciones.

La línea oportunista, antileninista, de Kamenev, Zinoviev, Piatakov, Bujarin, Rykov y sus contados adeptos fue derrotada. La Conferencia marchó unánimemente detrás de Lenin, adoptando una actitud clara y decidida ante todos los problemas fundamentales y trazando el rumbo hacia la victoria de la revolución socialista.

Cambio en la Dualidad de Poderes, Matanza de Julio de Soldados y Obreros

Tras la conferencia de abril, los bolcheviques desplegaron toda su iniciativa para ganar a las masas, uno de sus mayores esfuerzos lo realizaron en el seno del ejército, ya que por todas partes comenzaron a crearse organizaciones militares. Los bolcheviques trabajaron incansablemente en los frentes y en la retaguardia por organizar a los soldados y a los marinos. A la obra de revolucionarización de los soldados contribuyó en sumo grado un periódico destinado al frente que publicaban los bolcheviques con el título de Okopnaia Pravda («Pravda de las Trincheras»). Gracias a esta labor de propaganda y agitación de los bolcheviques, se consiguió que ya en los primeros meses de la revolución los obreros de muchas ciudades procediesen a reelegir los Soviets, en particular los de distrito, expulsando de ellos a los mencheviques y socialrevolucionarios y sustituyéndolos por afiliados al Partido bolchevique. La labor de los bolcheviques dio excelente resultado, sobre todo en Petrogrado. En la Conferencia de Comités de fábricas que se celebró en Petrogrado del 30 de mayo al 3 de junio de 1917, se agrupaban ya en torno a los bolcheviques las tres cuartas partes de los delegados. El proletariado de la capital marchaba ya casi en su totalidad bajo la consigna bolchevique de «¡Todo el Poder a los Soviets!».

El 16 de junio de 1917 se reunió el I Congreso de los Soviets de toda Rusia. Los bolcheviques estaban aún en minoría dentro de los Soviets; en este Congreso contaban con poco más de 100 delegados, contra 700 a 800 que tenían los mencheviques, socialrevolucionarios y otros partidos.

El 18 de junio de 1917 ocurrió una manifestación que partió desde los barrios populares de Petrogrado, la manifestación que desfiló por delante de la tumba de las víctimas de la revolución reveló el grado de madurez revolucionaria, cada vez mayor de las masas y la creciente confianza de éstas en el Partido bolchevique. Las consignas de los mencheviques y socialrevolucionarios, predicando la confianza en el Gobierno provisional y la necesidad de continuar la guerra, se perdían entre la inmensa masa de consignas bolcheviques. Alrededor de 400.000 manifestantes marcharon bajo banderas en las que campeaban estas consignas: «¡Abajo la guerra!», «¡Abajo los diez ministros capitalistas!», «¡Todo el Poder a los Soviets!».

No obstante, el Gobierno provisional, sostenido por el apoyo del I Congreso de los Soviets, decidió proseguir su política imperialista. Y fue precisamente el 18 de junio cuando el gobierno, cumpliendo la voluntad de los imperialistas anglo franceses, lanzó a las tropas del frente a la ofensiva, pero aquella ofensiva se derrumbó. Lo ruidoso de aquel fracaso excitó los ánimos de la capital. La indignación de los obreros y soldados no tenía límites, pues se daban cuenta de que cuando predicaba una política de paz, el Gobierno provisional engañaba al pueblo y el Gobierno provisional abogaba por la continuación de la guerra imperialista. También reveló que el Comité Ejecutivo Central de los Soviets y el Soviet de Petrogrado no querían o no podían oponerse a los actos criminales del Gobierno provisional y marchaban a rastras a la zaga de él.

La indignación revolucionaria de los obreros y soldados de Petrogrado se desbordaba. El 16 de julio, comenzaron a producirse manifestaciones espontáneas en Petrogrado, en la barriada de Viborg. Estas manifestaciones continuaron durante todo el día. Algunas de ellas desembocaron en una grandiosa manifestación general con armas bajo la consigna del paso del Poder a los Soviets. El Partido bolchevique era contrario a la acción armada en aquel momento, por entender que la crisis revolucionaria no estaba aún madura, que el ejército y las provincias no estaban aún preparados para apoyar la insurrección en la capital, que una insurrección aislada y prematura en Petrogrado sólo serviría para facilitar a la contrarrevolución el aplastamiento de la vanguardia revolucionaria. Pero cuando se vio que era imposible contener a las masas y evitar que se lanzasen a la manifestación, el Partido acordó tomar parte en ella, con el fin de darle un carácter pacífico y organizado. El Partido bolchevique logró lo que se proponía, y cientos de miles de manifestantes marcharon hacia el Soviet de Petrogrado y hacia el Comité Ejecutivo Central de los Soviets, donde exigieron que éstos se hiciesen cargo del Poder, rompiesen con la burguesía imperialista y emprendiesen una política activa de paz.

A pesar del carácter pacífico de la manifestación, fueron lanzadas contra los manifestantes las tropas de la reacción, los destacamentos de cadetes y de oficiales. Por las calles de Petrogrado corrió abundante la sangre de los obreros y soldados. Para aplastar a los obreros, fueron traídas del frente las unidades militares más retrógradas y contrarrevolucionarias. La violencia de la burguesía se generalizó y atacó rabiosamente todas las imprentas bolcheviques, el obrero Voinov fue asesinado en la calle por los cadetes por el solo hecho de estar vendiendo el Listok Pravdi («Hoja de la Pravda»). Comenzó el desarme de los guardias rojos. Las unidades revolucionarias de la guarnición de Petrogrado fueron alejadas de la capital y enviadas al frente. Menudearon las detenciones, tanto en los frentes como en la retaguardia. El 7 de julio, se dio la orden de detener a Lenin. Fue detenida toda una serie de militantes prestigiosos del Partido bolchevique. Con esto, el Gobierno provisional de coalición, del que formaban parte representantes tan caracterizados de los mencheviques y socialrevolucionarios como Tsereteli y Skobelev, Kerenski y Chernov, se sumía en la charca del imperialismo y de la contrarrevolución abierta y descarada. En vez de una política de paz, desarrollaba una política de continuación de la guerra. En vez de defender los derechos democráticos del pueblo, adoptaba la política de liquidación de estos derechos y de represión armada contra los obreros y los soldados. Lo que no se habían atrevido a hacer los representantes de la burguesía, Guchkov y Miliukov, lo hacían los «socialistas» Kerenski y Tsereteli, Chernov y Skobelev. Se había acabado la dualidad de poderes.

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