Rechazamos los despidos en los Call Center

Rechazamos los despidos en los Call Center 1

En las últimas horas de hoy sábado 28 de marzo, explotó en los medios la noticia: “Cierran cinco Call Center en Bogotá por incumplir normas de aislamiento”. Llevamos 9 días de cuarentena en la ciudad de Bogotá y cinco a nivel nacional, la pandemia en todo el mundo ya ha cobrado la vida de más de 25 mil personas; y según los registros, los contagiados con el Covid-19 ya sobrepasan el medio millón; cifras que con toda seguridad son mayores, sobre todo en cuanto a contagiados, pues es sabido por todos, que la mayoría de los gobiernos no le han prestado la suficiente atención a la necesidad de testear masivamente, pues “eso cuesta mucho dinero”; sí dinero, que es el mismo motivo por el cual a los señores dueños de los Call Center les ha dado por hacerse los pendejos y no suspender las labores de sus jugosos negocios; o a los que sea necesario que sigan funcionando, tomar las medidas -ya explicadas con plastilina- para no detener su funcionamiento pero si poner por encima la vida de los trabajadores, que dicho sea de paso: SON LOS QUE LES GENERAN SUS MILLONARIAS GANANCIAS.

“Cinco fueron cerradas por no cumplir con las medidas de emergencia sanitarias”, denunció Rosalba Cabrales, personera de Bogotá. Y lo primero que hay que dejar claro, es que esta situación se hizo visible, no gracias a los controles del Estado; no señores, fueros los mismos trabajadores quienes se vieron en la obligación de denunciar públicamente esta realidad, como el caso de la empresa Teleperformance en Bogotá, donde más de 200 empleados tuvieron que amenazar con detener sus actividades y salir a la calle a denunciar estas irregularidades, para que los directivos se vieran obligados a tomar medidas y fueron los mismos trabajadores, en su mayoría jóvenes, quienes llamaron a los medios de comunicación para hacer sus denuncias, utilizar las redes sociales para descubrir esta canallada de los dueños del jugoso negocio de las comunicaciones, pues si por los usureros hubiera sido, habrían mantenido los turnos y el hacinamiento tal cual. El pasado jueves 26 de marzo el Secretario de Gobierno tuvo que hacer pública la denuncia de que los call center de los bancos Itaú y Colpatria reunían en un solo lugar entre 90 y 120 personas; lo cierto es que si los trabajadores no denuncian, nadie lo hará por ellos, como tampoco se tomarán las medidas, ni por parte del Estado ni de sus patronos, si los trabajadores no las obligan con la fuerza de su unidad, organización y lucha.

No prestarse para las artimañas de los dueños de los call center. En algunos casos, se ha sabido que los mismos empleados administrativos se han dado a la inmunda tarea de diseñar estratagemas de acción rápida para evadir el control de las autoridades, forzando de diversas maneras a los empleados para que den versiones falsas al momento en que se advierta que van a llegar a hacer la revisión; “moverse rápidamente de su puesto, decir que su labor si está dentro de las permitidas como asistencia en salud, esconderse en el baño mientras están revisando, salirse del edificio del call center en parejas o tríos y dispersarse rápidamente” fue el testimonio de una joven que trabaja en uno de los call más grandes de Bogotá.

En segundo lugar, bien queda en evidencia que el apetito de ganancia, el poder del dinero, la usura, el miserable fetiche por la utilidad, todo eso está en este sistema, por encima de la vida del ser humano, así lo demostró con su testimonio una trabajadora joven que dijo: “El jueves 19 de marzo de 2020 en una campaña de Teleperformance llamada Rebel, los agentes nos unimos para hacer una desconexión del sistema debido a las condiciones en las que nos tenían trabajando, un claro ejemplo de esto son las diademas, ya que la empresa mandaba todos los días comunicados (claramente con el propósito de cuidarse legalmente) de protección con respecto a la pandemia, sin embargo, con lo mucho que podían hacer frente al cuidado de sus empleados, decidieron hacer lo poco, colocar dispensadores de antibacterial y medir temperatura en la entrada del edificio, es decir, lo de mostrar y lo más económico; sin embargo, una de las cosas a las que se comprometieron fue darle a cada agente una diadema individual, lo cual nunca cumplieron. Debido a esta y otras condiciones, quisimos hacer un paro, pero los supervisores y demás jefes se habían dado cuenta de esto, así que en el transcurso del día empezaron a reunir a diferentes grupos de agentes para explicarles que era opcional ir a trabajar desde el primer día del simulacro; sin embargo, las condiciones de este acuerdo eran que los que decidieran ir estos días, les pagarían dominicales, o les arreglarían aumentos de sueldos que tenían pendientes por diferentes cuestiones, y los que no fueran, les pagarían todos esos días como un día normal; debido a esto varios decidieron no ir, y otros, en realidad muchos, que tenemos muchas necesidades económicas más urgentes, decidimos ir a trabajar al día siguiente. Ahora bien, en la noche, cuando ya todos lo de mi equipo estábamos en nuestras casas, nos llegó un comunicado y mensajes de nuestros jefes diciendo que el acuerdo de los que fueran y les pagaban como dominicales seguía, pero que los que no fueran no les iban a pagar nada, lo cual era totalmente injusto. Este acontecimiento, más otros desde meses anteriores, a mí y a mis compañeros nos daba a entender que en realidad Teleperformance y su imagen joven, que supuestamente se interesa en sus empleados y se jacta de ser una de las mejores empresas en el país, en realidad es solo eso, imagen para venderse a personas jóvenes y poder aprovecharse de la poca experiencia que nosotros tenemos en el campo laboral”.

Esto es un ejemplo de lo que podemos encontrar durante la pandemia, pues una cosa es lo que dicen los que gobiernan y otra lo que aplican en la vida real. Esa insaciable y enfermiza necesidad de extraer ganancias es lo que hace que medidas tan sencillas y fáciles de aplicar se vuelvan todo un problema, (y no solo en los call center) una dificultad de tal magnitud que hay que forzar al gobierno para que las haga cumplir con el poder represivo de sus organismos; cosa que si fueran los mismos trabajadores, quienes tuvieran que organizarlo, pensando solo en las necesidades de apoyar la lucha contra la pandemia y tener en cuenta la seguridad de las personas, lo resolverían en un santiamén.

Aún no tiene la clase obrera el poder, hay que pensar seriamente en trabajar por ello, hay que atrevernos a pensar en ese camino, y comprender que esa es una de las grandes enseñanzas de esta situación por la que está atravesando la humanidad, si fuera la misma población la que estuviera al mando de las medidas para enfrentar el COVID-19, otra sería nuestra realidad, pues se podría dejar de lado sin titubeos y completamente lo que piensan y les interesa a los que resguardan sus negocios y su ganancia.

Mientras avanzamos por ese camino de la revolución proletaria, hay que convertir esta dura realidad en una escuela para aprender. Quienes siguen laborando, como en varios call center, los trabajadores deben mantener y mejorar la actitud participativa en la vigilancia y la exigencia del cumplimiento de las medidas para desarrollar con seguridad su trabajo, difundir y explicar para todos esas medidas, y cada vez que se presente negligencia por parte de los patronos, no dudar en denunciarlo por todos los medios posibles, y establecer una forma de comunicación segura entre los compañeros para planificar las medidas de presión, que perfectamente pueden ir hasta el paro de la producción. La salud debe estar por encima de cualquier otra consideración y esa no se la podemos rebajar a quienes solo piensan en llenar sus bolsillos en medio de la pandemia.

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