En el 87 Aniversario de la Masacre de las Bananeras

Este 5 de diciembre se cumplen 87 años de la masacre perpetrada por el Ejército en Ciénaga Magdalena. Unos tres mil obreros desarmados, entre ellos mujeres y niños, ofrendaron sus vidas recibiendo balazos y bayonetazos sin compasión. La huelga fue silenciada y ahogada en sangre, al amparo de la prohibición número 69 del gobierno conservador de Abadía Méndez, vil sirviente del imperialismo yanqui.

El movimiento huelguístico fue llevado a cabo por unos 10 mil obreros que reivindicaban contratación directa, alza de salarios, disminución de la jornada de trabajo, escuelas públicas, servicio médico, cese del pago en vales -hoy bonos de Sodexo pass-, entre otros, y la respuesta del Estado fue la masacre con su metralla asesina, el ocultamiento de los hechos y el premio al asesino General Cortés Vargas, promovido a comandante de la Policía de Bogotá.

Era una época de crecimiento de los negocios capitalistas a nivel internacional y una huelga de los esclavos asalariados, en un país oprimido como Colombia, amenazaba los negocios de los imperialistas. Desde aquel tiempo los explotadores demostraron que están dispuestos a usar todo el poder de la bota militar para someter a la fuerza cualquier levantamiento, por más básicas y justas que sean sus reivindicaciones.

Al día de hoy, la explotación y la dictadura de las clases dominantes solo cambiaron de forma:

La ayer United Fruit Company explotadora de banano en la zona Caribe, ahora con el nombre de Chiquita Brands, saquea el banano en la región del Urabá antioqueño, asegurando su dominación económica con el terror militar y paramilitar en la zona, donde como es común en todas las partes donde existe o se proyecta una gran explotación minera u agrícola, el capital es el autor intelectual de los genocidios de la gente del pueblo, ejecutados directamente por el ejército o en coordinación de tropas paramilitares. Esas enormes zonas de riqueza del país se usufructúan por diversos monopolios capitalistas, colombianos o extranjeros, a costa del desplazamiento de millones de campesinos, como es el caso del Grupo Económico Antioqueño entre Sucre y Bolívar en los Montes de María, o Ardila Lulle en el Valle del Cauca.

Hace 87 años no hubo reparación para las víctimas, tratadas como cuadrilla de malhechores, como tampoco habrá para quienes hoy son señalados como auxiliadores de la guerrilla y los paramilitares. Los masacrados de ayer fueron arrojados al mar, mientras los de la guerra actual son lanzados al rio y sepultados en fosas comunes, lo cual habla del desprecio que siempre han tenido los expropiadores por los obreros y campesinos.

También es similar el juzgamiento de estos crímenes por parte del Estado. Ayer los responsables de la masacre de las bananeras fueron galardonados y ascendidos. Hoy los jefes paramilitares y autores intelectuales capitalistas de la guerra contra el pueblo, tienen libertad y explotan las tierras expropiadas a 6 millones de campesinos.

En estos 87 años, ninguno de los grandes problemas sociales ha sido resuelto por el régimen opresor y explotador; ninguna contradicción entre pobres y ricos se ha pacificado; por el contrario, todas están exacerbadas al máximo, pues unos pocos bandidos siguen adueñándose de todo, expropiando a los trabajadores del campo y la ciudad, y haciendo más terrible la vida de las masas laboriosas.

Han transcurrido 87 años que no han sido suficientes para satisfacer la avaricia de los zánganos explotadores, cuya sed de ganancia les exige someter, matar, devastar, arruinar a los trabajadores y a la naturaleza; por esto ¡no es aspiración del movimiento obrero reformar el sistema de explotación asalariada, su misión es acabar con él! Esta es la principal lección que escribieron con sangre los obreros masacrados y el principal motivo de la conmemoración de la Masacre de las Bananeras este año.

Y si los obreros bananeros en 1928 hicieron temblar a la burguesía y a los imperialistas con una sencilla huelga; hoy el proletariado ha crecido exponencialmente y se ha fortalecido, constituyéndose en la mayoría del pueblo colombiano. Es el proletariado la clase social que consigue sus medios de subsistencia de la venta de su fuerza de trabajo; es además la única clase revolucionaria hasta el final, y quien puede conducir una revolución a la victoria bajo la dirección de su partido revolucionario, sepultando todo el poder del capital. Esta es la más luminosa perspectiva 87 años después de la masacre de las bananeras.

Pero esta visión es empantanada por el reformismo y el oportunismo, que estrechan la visión de la clase obrera, condenándola a convivir con el monopolio, limitando sus aspiraciones a esquivar los golpes abrazando al enemigo; induciéndola a perpetuar la dictadura de clase de los expropiadores llamándola a la paz bajo un sistema guerrerista e inhumano por naturaleza. Son estos agentes en el seno del movimiento obrero quienes señalan a la extrema derecha del capital como la facción asesina de los explotadores, dejando en limpio todo el Estado y todo el sistema de explotación.

La conciliación con los enemigos de clase no garantiza la paz para el pueblo, ni el respeto a los derechos más básicos de las masas. Esta es la lección aprendida con sangre en 1928. Los obreros y campesinos necesitan una política auténticamente revolucionaria que dirija sus luchas para poder triunfar, la cual solo puede ser enarbolada por un partido de vanguardia y auténticamente proletario, que sí podrá arribar a buen puerto la lucha de clases, conforme lo exige la tendencia histórica hacia el socialismo y el comunismo.

La masacre de las bananeras enseñó a los obreros colombianos que el Estado es su enemigo, que el gobierno y los patronos están coludidos contra el trabajo y por el despojo violento de los campesinos; que los intereses de la explotación capitalistas y opresión imperialistas se garantizan con sangre.

Los obreros de las plantaciones de banano en 1928, enfrentaron al gobierno opresor y a las empresas imperialistas expropiadoras, en aras de un futuro mejor para ellos y su descendencia. El movimiento obrero de hoy es el heredero de sus reivindicaciones y de las invaluables lecciones que dejaron:

Los héroes de las bananeras enseñaron a pelear mejor a la clase obrera, con lucha directa y revolucionaria, sin confiar en el Estado y en las promesas de los explotadores. Ejemplo que los oportunistas y reformistas desvirtúan invitando a las masas a dilatar sus conflictos y a desgastar sus dirigentes en las inútiles mesas de trabajo con el gobierno, so pretexto de que este es el tiempo de la paz, cuando los obreros bananeros practicaron la insistencia en su movilización hasta conquistar las reivindicaciones, y por esta convicción lucharon hasta la muerte.

Hoy, a pesar de las lecciones históricas, los jefes del sindicalismo burgués persisten en esa invitación claudicante, prestándose cada fin de año para la farsa de negociación del salario mínimo, mientras nada hacen por denunciar, movilizar y preparar la lucha y la huelga, en procura de un alza general de salarios y el cese de los despidos masivos.

Contrariando la enseñanza de los obreros bananeros, los dirigentes reformistas han apoyado en los últimos años a los gobernantes reaccionarios que engañan, dictan leyes y hacen lo que sea para seguir descargando todo el peso de la crisis agraria y capitalista sobre los trabajadores del campo y la ciudad. Por esto la clase obrera debe saber que no basta resistir a este sistema opresor y explotador: ¡se necesita una verdadera revolución para derrocarlo y construir un sistema socialista que emancipe el trabajo y garantice el desarrollo social para el pueblo! Ese sistema es el Socialismo.

Los valientes obreros de las bananeras, enseñaron al pueblo que para mejorar las condiciones de vida y de trabajo se necesita de la huelga política de masas a nivel nacional. Una lucha general que pare la producción y movilice a los trabajadores por todo el país, obligando al Estado de los explotadores a frenar el ataque antiobrero y antipopular, concediendo por la presión de la lucha y la movilización revolucionaria las reivindicaciones exigidas por el pueblo.

El camino de los obreros bananeros es de la lucha por la emancipación del yugo de la opresión y explotación; el de la huelga política de masas y por la Revolución Socialista. Es el camino de la lucha de clases contra los capitalistas, no el de la convivencia pacífica con ellos; es el de la revolución contra el sistema, no el de la reforma dentro de él. Es el camino de la desconfianza en los enemigos, no en la paz con ellos; es el de la respuesta revolucionaria a la guerra que emprenden contra el pueblo. Es el camino de la confianza en las propias fuerzas del movimiento obrero, no en salvadores supremos; es el del poder de la movilización y la huelga, no de la gestión en el parlamento burgués.

Los comunistas revolucionarios conmemoran este 87 aniversario de la masacre de las bananeras, llamando a los trabajadores a levantarse para impedir que se siga descargando la crisis económica en los hombros del pueblo, denunciando la falsa paz de los ricos que en realidad es guerra contra el pueblo, movilizándose contra los frenéticos preparativos imperialistas de otra guerra de rapiña mundial. Este es el mejor homenaje que el movimiento obrero hace a estos valientes luchadores cuya sangre derramada, señaló a los enemigos e indicó el porvenir del movimiento obrero en Colombia.

En este aniversario de la masacre de las bananeras, los comunistas revolucionarios no limitan su denuncia a los asesinos y al régimen de entonces, sino a todo el sistema de opresión y explotación; destacan el carácter antagónico de la lucha contra los capitalistas y señalan el porvenir socialista, que solo puede ser posible, mediante el desarrollo de la lucha de clases por el camino de la Guerra Popular, hasta el derrocamiento violento del poder político de los capitalistas, para construir sobre sus ruinas el nuevo Estado de obreros y campesinos.

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