Cuba: El Socialismo Ficción y el Capitalismo Verdadero

En el número anterior presentamos la primera parte del análisis sobre el carácter del Partido Comunista de Cuba, concluyendo que los gobernantes cubanos se convirtieron en peones de brega del socialimperialismo ruso, que la actitud de los principales dirigentes cubanos frente a la lucha entre revisionistas jruschevistas (socialimperialistas rusos) y marxistas leninistas (comunistas chinos) no fue nunca neutral como predicaron, sino que terciaron con los nuevos zares en contra del proletariado internacional. En ésta, damos continuación para demostrar cómo desde la década del 60 del siglo pasado, para los comunistas ya era claro el carácter de clase burgués del partido cubano, y por qué no se extrañan de que ahora hagan migas con los imperialistas yanquis. Finalmente, con esta entrega culminamos la serie sobre el socialismo ficción de Cuba.

V. Un Partido Revolucionario Proletario o un Partido Burgués Reformista – Continuación

Es importante destacar que el caso cubano fue motivo de grandes discusiones y luchas en el seno de los partidos comunistas y, especialmente, de los partidos de América Latina; solamente para refrescar la memoria de los revolucionarios o para quienes no conozcan la historia, y solicitando disculpas al lector, introducimos una larga cita del pronunciamiento del Partido Comunista de Colombia (Marxista Leninista) de abril de 1967, donde deja en claro el carácter de los nuevos gobernantes de la isla.

Es necesario decir que el X Congreso del Partido Comunista de Colombia (Marxista – Leninista) en 1965, calificó como el “Manifiesto Comunista para América Latina”, la conocida Segunda Declaración de La Habana —de febrero de 1962. Sin embargo, como se tenían reservas frente a algunas posiciones de los dirigentes cubanos, el Congreso aprobó hacer un examen crítico y definir una posición al respecto; por consiguiente, la Declaración de 1967 es una autocrítica valiente de la cual los comunistas en Colombia somos herederos y de la que renegaron los tránsfugas que siguen llamándose Partido Comunista de Colombia (m-l):

Nuestro Partido tiene ya elementos de juicio suficientes para adoptar una posición de fondo sobre el problema cubano.

  1. Fue el propio Fidel Castro quien se proclamó marxista-leninista y fueron los dirigentes cubanos quienes se declararon marxista-leninistas. Pero el campo marxista-leninista es suficientemente claro, definido y nítido, es patrimonio del proletariado mundial, no es tierra baldía de la que pueda apropiarse nadie arbitrariamente y con planteamientos falsos.

  2. Fue también el propio Fidel Castro quien firmó en Moscú con Kruschev y en vísperas de la caída de éste, una declaración válida hasta hoy porque no ha sido retirada, en que afirma que está de acuerdo con los revisionistas soviéticos en su política internacional “aún en las cuestiones de detalle”.

  3. Fue con el propio Kruschev con quien se comprometió a mejorar sus relaciones con los revisionistas latinoamericanos y, mediante argucias tales como poner a Monje de Bolivia y a Arismendi del Uruguay de mampara, convocó en La Habana para noviembre de 1964 a toda la basura revisionista del continente, conferencia de la cual salió una resolución dirigida frontalmente contra el movimiento marxista-leninista latinoamericano y mundial.

  4. Fue Fidel quien acudió al llamado de los revisionistas soviéticos y asistió a la conferencia de la dirección mundial revisionista en Moscú en 1965 para planear la división del movimiento comunista mundial, para que a nadie le quedara dudas sobre su real alineamiento al lado del revisionismo.

  5. Fueron los propios dirigentes cubanos quienes exigieron a nuestro Partido renunciar a la lucha ideológica contra el revisionismo como condición para respaldarlo en el momento de su reestructuración.

  6. Fue el propio Fidel Castro quien ofreció, en un reportaje a un periodista norteamericano, no ayudar a la revolución latinoamericana a cambio de que los Estados Unidos no atacaran a Cuba.

  7. Han sido los propios dirigentes de la Revolución Cubana quienes públicamente se han declarado neutrales en la lucha ideológica entre marxista-leninistas y revisionistas, adoptando así una posición insostenible desde el punto de vista de los principios.

  8. Son los propios dirigentes quienes prohibieron la difusión de la ideología marxista-leninista en Cuba; mientras difunden y enseñan en grande escala y sin limitación alguna los materiales revisionistas de la camarilla soviética.

  9. Fue el propio Fidel Castro quien eximió a los revisionistas soviéticos de responsabilidad en las sucias maniobras de los revisionistas chilenos inaceptables inclusive para él mismo, afirmando que los soviéticos estaban siendo engañados por la camarilla revisionista chilena, cuando la realidad es que los dirigentes soviéticos actuales son la cabeza mundial del revisionismo, su cerebro y su guía.

  10. Es el propio Fidel “que en 1963 no permitía la entrada a Cuba de una comisión de enfermeras de la Cruz Roja” quien ha permitido el montaje de una oficina de emigración dirigida por los yanquis en La Habana para permitir la salida de los exiliados políticos.

  11. Fue el propio Fidel Castro quien borró de la lista de asistentes a la Conferencia Tricontinental a todos los partidos marxista-leninistas de América Latina, con excepción del boliviano, cuyos delegados fueron excluidos posteriormente y de manera francamente censurable.

  12. Fue el propio Fidel quien aprovechó la reunión de numerosos dirigentes revolucionarios y la atención del mundo sobre la Conferencia Tricontinental para calumniar a la República Popular China y a sus dirigentes encabezados por el camarada Mao Tse-tung.

  13. Son los propios dirigentes cubanos quienes patrocinan a numerosos grupos enemigos del Partido del proletariado y por consiguiente anti-marxistas en el continente y en una maniobra de largo alcance desacreditando la lucha armada para la toma del Poder por el pueblo.

  14. Ha sido el propio Fidel quien en numerosos discursos ha tratado de echar en el mismo saco a los camaradas chinos y a los revisionistas soviéticos en relación con el problema del Vietnam, tratando de desconocer contra toda evidencia el decidido respaldo y la franca y total ayuda de China a la causa del pueblo en Vietnam del Sur y del Norte. Tal crítica es válida, como lo demuestran los hechos, para los revisionistas soviéticos, pero hacerla extensiva a los camaradas chinos es una injusticia, una clara violación de la verdad, una voluntaria confusión destinada a engañar a los pueblos.

  15. Fueron los dirigentes cubanos quienes se negaron recientemente a asistir al V Congreso del Partido Albanés del Trabajo, como para no dejar la menor duda sobre el real alineamiento de ellos contra el movimiento marxista-leninista.

  16. Son ellos quienes han difundido en grande escala el error básico de que no se necesitan partidos comunistas marxista-leninistas para dirigir el proceso revolucionario latinoamericano, con lo cual se ataca un principio que es la piedra de toque de la revolución en esta etapa histórica: el papel del proletariado en la revolución. Y quienes en la teoría o en la práctica niegan la hegemonía del proletariado en la revolución, pueden ser cualquiera otra cosa pero no comunistas.

  17. Son los dirigentes cubanos, encabezados por Fidel Castro quienes han mantenido una posición falsa sobre el papel de las masas, el papel del Partido del Proletariado y su necesidad histórica.

  18. Es Fidel Castro quien ha afirmado contra toda evidencia, que las condiciones subjetivas en Cuba antes de la revolución eran “7 ó 1 fusiles”, y es él mismo quien afirma, contra todo criterio marxista: “Yo solo, soy capaz de hacer la revolución en el Brasil”. Afirmaciones como éstas son una síntesis de su concepción pequeño-burguesa de la historia, del papel del proletariado, de la lucha de clases y de las perspectivas de la revolución.

  19. Son los dirigentes cubanos quienes atribuyen a la pequeña burguesía y al campesinado el papel dirigente en la revolución.

  20. Es él, Fidel, quien dictamina, o trata de dictaminar, quién es y quién no es revolucionario en América Latina, y acusa a los demás de hacerlo, uniéndose a los revisionistas y atacando en continuado error, que no puede ser casual, a los movimientos que tiene una inspiración marxista-leninista.

  21. Son las tesis de la dirección cubana las que colocan lo militar por encima de lo político en el proceso revolucionario, induciendo a errores fatales a numerosos revolucionarios.

  22. Son ellos quienes se apoyan cada vez más en la gran masa de los pequeños propietarios del campo y de la ciudad, sin preocuparse de las repercusiones políticas que tiene este predominio, base material del revisionismo.

  23. Son ellos quienes se han plegado a los designios soviéticos de establecer su dominio económico y político sobre Cuba, abandonando el camino de los propios esfuerzos, abandonando la vía de un auténtico desarrollo industrial, resignándose a la dependencia económica del exterior.

  24. Plegándose a la tesis de la “especialización industrial”, pieza neocolonialista de los revisionistas soviéticos, el monocultivo de la caña ha sido colocado por los dirigentes cubanos como meta del desarrollo económico. Los planes a este respecto de 10 millones de toneladas para 1970, en caso de cumplirse, no harían más que ahondar la dependencia de Cuba frente al mundo exterior, ahora de la Unión Soviética como antes del imperialismo norteamericano.

    Es evidente que una política económica de este género, tiene que tener como presupuesto tácito confeso la coexistencia pacífica con el imperialismo y la sumisión al revisionismo. Todo esto, y muchas cosas más que sería prolijo enumerar, solo puede ocurrir porque los dirigentes cubanos no son marxistas-leninistas como pretenden; porque el proletariado no está en el poder en Cuba; porque, en consecuencia, Cuba no es socialista como se afirma; porque la burguesía se ha apoderado de la revolución cubana con una careta marxista, es decir, con métodos y sistemas denominados exactamente por Lenin, revisionismo. (las negrillas son del original, ver Documentos 2, Partido Comunista de Colombia M. L., mayo 1975, Editorial 8 de junio, páginas 99 – 103).

En este valioso documento los camaradas reconocieron su equivocación por pensar con los deseos, es decir, por subjetivismo:

“Nos bastaría haber hecho un balance correcto en la fases iniciales del proceso para haber hecho esta rectificación más oportunamente. Por ejemplo, considerar cómo era posible que alguien primero hiciera la revolución, luego se declara socialista, luego marxista-leninista y posteriormente, para llenar el vacío y por decreto, creara el ‘partido comunista’”.

Y desde aquella época el partido pronosticaba el futuro de la isla:

“la perspectiva de la revolución cubana es de regresión. Su dependencia de los rusos cada día será mayor como consecuencia de una errada política. El pueblo cubano es muy revolucionario, pero la dirección cubana engañó al pueblo y a la revolución. Y una de las formas concretas de este engaño es el bajo índice de politización que le ha procurado mediante la enseñanza en gran escala del revisionismo moderno, la prohibición expresa de la difusión de la ideología marxista-leninista y la purga de los dirigentes portadores de ella o más próximos a ella”. (Documento citado).

Recapitulando, los dirigentes cubanos nunca han sido socialistas ni comunistas, éstos fueron expulsados y perseguidos por la dictadura de Castro al servicio del socialimperialismo. El Partido Comunista de Cuba es un partido burgués reformista; de ahí que el restablecimiento abierto de las relaciones capitalistas, sin la careta socialista, solo era cuestión de tiempo, como se puede apreciar ahora con toda claridad. Por eso para los revolucionarios el restablecimiento de las relaciones entre los gobernantes de Cuba y Estados Unidos, que tanta publicidad ocasionó, no es algo extraño sino la consecuencia natural que emana de los intereses de la burguesía de ambos países.

Algunos revolucionarios animados con el antiimperialismo cubano (falso de sus mandatarios pero verdadero en las entrañas del pueblo), todavía abrigan esperanzas en los dirigentes cubanos, pero solo basta mirar la trayectoria de los mismos para darse cuenta de su compromiso abierto con la burguesía rusa, socialista de palabra e imperialista de hecho, desde el principio mismo del triunfo de la revolución y la insurrección popular que cayó en las manos de la pequeña burguesía y los revisionistas.

El discurso, en apariencia radical frente al imperialismo yanqui y el antaño apoyo a las guerrillas de otros países por los gobernantes de la isla, solo eran parte de la agenda de los imperialistas soviéticos en la disputa inter-imperialista por la hegemonía mundial. De ahí que no sea extraño su compromiso actual con la agenda de la falsa paz (incluida la de las FARC y el Gobierno Santos) promovida por los imperialistas (yanquis, rusos y chinos) con quienes necesitan buenas relaciones para sus negocios.

Pero como no hay mal que dure cien años el revolucionario pueblo cubano, quien fue capaz de tumbar varios dictadores en el siglo 20, que soportó con heroísmo durante muchos años el aislamiento y el bloqueo, también dará fin al clan de los Castro en el siglo 21. Esto sucederá más temprano que tarde, pero necesita, para no repetir la historia de entregar su lucha a un nuevo sector de la burguesía, resumir su amarga historia de esclavización al monocultivo de la caña dulce y corregir el designio de la burguesía de convertir su territorio en burdel de los explotadores de todos los países; pero lo más importante y decisivo, es que el proletariado cubano se organice como partido político independiente, como Partido Comunista Revolucionario, construido sobre la base firme del marxismo leninismo maoísmo y guiado por un Programa Revolucionario.

Tal organización será la única capaz de dirigir la lucha del pueblo para construir el nuevo tipo de Estado que acabe con los privilegios de la burocracia, garantice la democracia directa de los obreros y campesinos con el armamento general del pueblo y, apoyado en esa fuerza invencible, rompa toda dependencia de los imperialistas y acabe para siempre la explotación capitalista. Los comunistas del mundo tienen la certeza de que esto sucederá a pesar de las vicisitudes y continuarán apoyando, como siempre lo han hecho, la lucha del pueblo cubano por su liberación.

Tomado de: Revolucion obrera No. 439
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