Confesiones de una Defensora del Capital Sobre la Farsa Electoral

Isabel Segovia Ospina, las elecciones son un lucrativo negocio

En El Espectador del 16 de octubre, la columnista Isabel Segovia Ospina, publicó un breve escrito en el cual hace una radiografía de la «política electoral» del país titulado «La democracia electoral es una ilusión», haciendo referencia a una afirmación hecha por el anquilosado politiquero conservador (de ideas y de partido) Roberto Gerlein, que como parásito cobró su sueldo durante más de 50 años por ir a legislar contra el pueblo y a dormir en el Congreso. Lo que llama la atención es que la señora Segovia no es comunista, rebelde o anarquista, ni siquiera socialdemócrata o «Castro-Chavista». La señora estudió en Estados Unidos y en la «Soborna» (Sorbona) de Francia. Fue viceministra de educación del mafioso Uribe Vélez, profesora de la exclusiva Universidad Externado, ha ocupado cargos como parte del Consejo Superior de la Universidad de los Andes, consultora del imperialista Banco Mundial y fórmula vicepresidencial de Enrique Peñalosa por el Partido Verde. Es decir, estamos hablando de un cuadro de la burguesía, de alguien que conoce al detalle cómo funciona la democracia burguesa.

La señora Segovia califica el «sistema electoral colombiano» o«nuestra democracia» (sí, la de ellos los ricos), como un «lucrativo negocio de algunos pocos [que] impide el progreso de la mayoría de las ciudades, y peor aún, provoca el retroceso de otras». Sobre las «prácticas clientelistas» escribió que «en las convocatorias para presentar propuestas, los que participaban rara vez iban a oír y discutir; pasaban a ver qué se les ofrecía: comida, plata en efectivo, trago o cualquier otra cosita». Y remata la idea afirmando que «la reciprocidad de la democracia en nuestro país [sí, el de ellos] sólo funciona en elecciones, los políticos ofrecen cualquier cosa para hacerse elegir y una vez en sus cargos normalmente desaparecen”.

La ideóloga de la burguesía, en un arrebato de sinceridad, denuncia que «al recorrer el país se evidencia que entre más alejadas, olvidadas y con mayores necesidades estén las comunidades, más absurda es la contaminación visual con un excesivo número de pancartas, con fotos de todo tipo de personajes y eslóganes variados», «pululan los mítines políticos con ofertas que van desde comida y atención médica, hasta servicios de peluquería».

Y sobre la financiación de las campañas, es decir, los que ponen la plata para que los candidatos sean nombrados dice que«quienes pagan toda esta propaganda están invirtiendo sus recursos no en propuestas políticas, sino en los futuros contratos que recibirán una vez sean elegidos sus candidatos. Si el financiado gana, la transacción es sumamente rentable…»

Estas verdades son ampliamente conocidas y sufridas por los obreros y campesinos, quienes son usados en cada elección para satisfacer los intereses de uno u otro partido politiquero y los cuales no pueden ser culpados de recibir un tamal o unas tejas a cambio del voto, pues las clases dominantes los mantienen en la miseria económica y en la ignorancia política para aprovecharse de esa situación y sacar ventajas electorales cada vez que lo necesiten. Culpar a la masas trabajadoras como lo hace la socialdemocracia por vender el voto, es desconocer la realidad que vive el pueblo por culpa de las clases parásitas de la sociedad, es un argumento simplista que ve en los individuos un problema de la podrida sociedad burguesa que tiene su origen en la raíz del sistema capitalista mismo. Hasta la señora Segovia los salva de cualquier culpa al afirmar que es «imposible juzgar entonces a quien define su voto por un plato de comida, al final ese personaje tiene claro que eso será lo único que recibirá a cambio».

Sin embargo, el proletariado revolucionario se distancia de esta burguesa en cuanto a la salida que propone, la cual se resume en que se debe «votar a conciencia», en «votar bien». Lo que calló la señora Segovia fue que el problema no se soluciona «votando bien» porque no es un problema de la moral de los electores. La raíz del problema es la democracia burguesa, ese es su funcionamiento, las elecciones son apenas una careta democrática de la brutal dictadura que los ricos ejecutan contra el pueblo. Al final, los votantes no deciden nada, los que deciden son los monopolios y las elecciones son apenas un trámite para dar la apariencia de que el pueblo elige, cuando en realidad eligen los dueños del capital.

Llamamos a no votar y a organizar la lucha directa contra el poder del Estado burgués-terrateniente. A unir las fuerzas y luchas dispersas de las masas en un solo torrente revolucionario contra las clases parásitas de la sociedad, organizando ahora el Paro Nacional Indefinido que afecte las ganancias de los ricos imponiendo al Estado de dictadura por medio de la huelga, un pliego con las principales reivindicaciones económicas, sociales y políticas de las masas. No votar, no encauzar las energías del pueblo en la contienda electorera porque en las urnas no se decide nada trascendental para los trabajadores del país, así la socialdemocracia y los reformistas se empeñen en defender la democracia burguesa llamando al pueblo a votar, pues mientras ellos aplican la táctica de reformar la inmundicia del Estado burgués, los revolucionarios llaman a destruir dicho Estado por medio de la violencia revolucionaria, a desconfiar de las instituciones y partidos que defienden la dictadura de los explotadores y a construir en medio de la lucha el Partido político del proletariado, que organice y dirija la revolución socialista en Colombia.

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