LA ESTADÍSTICA Y SU CARÁCTER DE CLASE

El Dane es una oficina de bolsillo del gobierno. Hace mucho rato dejó de ser una entidad que se apoye en la ciencia estadística para mostrar la realidad del país.

Tal es el descaro que por ejemplo el Gobierno declara que la disminución de la pobreza en los centros rurales es mayor a la de las cabeceras o ciudades. Esto lo hace precisamente cuando el Ministerio de Hacienda ha anunciado recorte en gastos de inversión social para el 2016 y entre ellos el presupuesto para el agro.

Para demostrar el dato puso $217.043 de ingresos mensuales como límite para calificar si una familia es pobre o no. Bien es sabido que una canasta básica para que una familia viva adecuadamente supera 6 veces ese monto, sin embargo la administración Santos indica que esto no es así.

De la misma manera, afirmó que la tasa de indigencia o pobreza se redujo 0,5% frente a igual periodo anterior, midiendo cuantitativamente esta situación social en un promedio de $97.790 mensuales que le ingresan a una familia para sobrevivir. ¡Que infamia!

Un hogar de cuatro proletarios dizque se considera pobre para el gobierno si su ingreso mensual está por debajo de $833.616, cuando si se juzga lo que cuesta sostener dignamente una familia obrera en Colombia, estaría en la estadística de miseria oficial cualquier núcleo que devengue menos de $1.800.000 mensuales, máxime cuando el Estado no garantiza ni la salud integral, ni la educación ni mucho menos la recreación para el pueblo.

Santos saca pecho ante esta farsa estadística, asegurando que la sociedad colombiana no está polarizada entre un puñado de explotadores y millones de desposeídos, sino que hay “por primera vez una clase media mayor a la población pobre” que representa más del 28% de la población. Por el contrario el último Censo Agropecuario dejó en claro que en el campo colombiano solo hay 5 millones de personas, de las cuales en su inmensa mayoría son campesinos pobres, mientras que en los cascos urbanos y grandes urbes está aposentado más de 44 millones de personas, que en su inmensa mayoría pertenecen a la clase obrera. Quienes se aferran a alguna forma de propiedad privada, es solo como un medio para conseguir su sustento vendiendo su fuerza de trabajo al gran capital industrial, comercial o financiero.

Ni el gobierno ni la burguesía están a salvo. La sociedad está polarizada entre clases antagónicas; y ni la estadística manipulada lo puede ocultar. Presenciamos una época de grandes levantamientos populares, que solo están contenidos por la demagogia del gobierno, el compromiso de la democracia pequeño burguesa con éste y con la paz de los explotadores.

El día en que los expropiadores sean expropiados por la revolución proletaria será el inicio del fin de la miseria y desigualdad en Colombia. Mientras tanto la riqueza y concentración del capital en el polo de los explotadores, se seguirá midiendo en el nivel de miseria y superexplotación cada vez mayor para el resto de la sociedad.

Tomado de: Revolucion obrera No. 439
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