¡Ni Maduro, ni Guaidó! ¡Ni los rusos, ni los yanquis!

¡Ni Maduro, ni Guaidó! ¡Ni los rusos, ni los yanquis! 1


El movimiento sindical debe conquistar su independencia de clase

Julio Roberto Gómez Esguerra, presidente de la Confederación General de los Trabajadores (CGT) expresó por diferentes medios su rechazo a la dictadura de Maduro y su apoyo al presidente puesto por los yanquis y sus aliados, Juan Guaidó. Terciar del lado de Guaidó, es apoyar a los genocidas imperialistas norteamericanos. Pero también es incorrecto apoyar a Maduro y su boliburguesía que junto con los imperialistas rusos y chinos son un azote para el pueblo venezolano. El movimiento sindical debe tener como política la independencia de clase. Eso implica no apoyar al títere que los imperialistas como Estados Unidos, Canadá o Reino Unido quieren imponerle al pueblo venezolano. Y del mismo modo exige rechazar al lacayo del imperialismo ruso y chino, Nicolás Maduro, quien camufla la explotación y la dictadura de los capitalistas con la caricatura del llamado «Socialismo del Siglo XXI».

Afirmar como lo hizo Julio Roberto Gómez Esguerra en Twitter, que por ejemplo «un Dictador no se marcha a las buenas» refiriéndose a Maduro, que la «CGT (…) reitera su exigencia para que el dictador Maduro entregue el mando (a) JUAN GERARDO GUAIDO», que «el Presidente IVÁN DUQUE debe ponerlo en su lugar» y que «el sátrapa no pasará» refiriéndose a Maduro, es un apoyo directo y abierto tanto a la OEA, instrumento de los imperialistas yanquis para mantener su dominio en América, como a las sanguinarias burguesías lacayas del continente, entre ellas a la reaccionaria burguesía mafiosa y paramilitar colombiana. Estos son los mensajes del vendeobrero Julio Roberto:

¡Ni Maduro, ni Guaidó! ¡Ni los rusos, ni los yanquis! 2

La actitud servil al imperialismo y al títere Duque por parte de Julio Roberto Gómez no es de extrañar, pues se corresponde con la política de conciliación y concertación de clases que hoy dirige mayoritariamente el movimiento sindical. Julio Roberto de la CGT, aunque pose de dirigente obrero, es un lobo con piel de cordero: durante el régimen del jefe paramilitar Álvaro Uribe Vélez fue su asesor y lo apoyó para conseguir la aprobación del TLC con Estados Unidos, lo que le mereció ser condecorado por parte del mafioso número 82; durante el gobierno de Santos, el de los crímenes de Estado mal llamados «falsos positivos», ayudó para que Colombia fuera excluida de la lista negra de la OIT, (Colombia estaba en tal lista por perseguir el movimiento obrero y asesinar dirigentes sindicales) para agilizar la aprobación del TLC con Estados Unidos, limpiándole la cara a la sanguinaria burguesía colombiana y su brutal dictadura contra los obreros.

La independencia de clase del movimiento sindical exige no apoyar las maniobras intervencionistas de parte de ninguno de los dos bloques imperialistas encabezados por Estados Unidos y Rusia, cuyos intereses reales en Venezuela son apropiarse del petróleo y el coltán que se esconden bajo sus tierras, superexplotar mano de obra barata venezolana y conquistar una mejor posición geoestratégica para una futura y posible tercera guerra mundial interimperialista.

El sindicalismo revolucionario que impulsa la Reestructuración del Movimiento Sindical, le propone a todos los obreros y a sus familias hermanarse con los obreros y campesinos venezolanos para rechazar los planes bélicos de los imperialistas y de las burguesías de ambos países que son socias y lacayas de los estadounidenses y los rusos. El sindicalismo revolucionario debe impulsar una amplia campaña de denuncia no solo contra estas dos potencias asesinas, sino también contra toda la burguesía y los representantes de los estados de los distintos países que quieren meter sus manos en Venezuela. Todos ellos son enemigos a muerte de los trabajadores.

El sindicalismo revolucionario no puede ser «neutral» o «apolítico», como tampoco puede terciar del lado de ningún sector de la burguesía, pues por ejemplo, tratar de ser «neutral» en este caso, es automáticamente ponerse del lado o de los estadounidenses o de los rusos, países ambos que son cabezas de bloques imperialistas que quieren hacer de este pedazo de Latinoamérica una carnicería humana para satisfacer su sed de petróleo, coltán y gas, entre otros recursos naturales. Por eso, tanto los jefes sindicales y de los partidos políticos de la burguesía y de la pequeña burguesía que llaman a apoyar a uno u otro bloque, son cómplices de la guerra reaccionaria y por tanto de la muerte de obreros y campesinos en una futura y posible intervención militar en Venezuela.

En su momento, así lo orientó correctamente el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista en su Manifiesto contra la guerra imperialista de 1939.

Proletarios y trabajadores:
Tenéis más que nunca necesidad de la unidad de combate de vuestras fuerzas para luchar contra la guerra, la reacción, la ofensiva del capital. Pero esta unidad sólo es posible hoy día al margen de los líderes de la socialdemocracia y contra ellos, pues se han pasado enteramente y sin reservas al servicio de los imperialistas. (…) La unidad de la clase obrera, (…) deben, (…) ser realizados sobre la base de la lucha contra la burguesía imperialista, contra los jefes de la socialdemocracia y de los otros partidos de pequeñoburgueses; contra los jefes fracasados y que pasan al campo de los imperialistas; sobre la base de la lucha por la cesación de la guerra imperialista, que lleva la ruina, el hambre y la muerte a millones de trabajadores.

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