El blanco es el pueblo Sirio y el pretexto Isis

Van más de 200.000 muertes de inocentes en Siria y 4 millones los desplazados por una guerra financiada por los imperialistas. Pero a este criminal sistema opresor no le importa la vida, solo la gigantesca ganancia que obtendrá si controlan la salida de gas y petróleo al mar mediterráneo por ese país.

Para el pueblo sirio no hay más salida que la revolución. Todos los países verdugos dirigidos por los mayores genocidas que ha tenido la historia, le niegan el asilo a quienes logran escapar con vida, se bombardea a quienes permanecen en la zona disputada, se despliega armas termonucleares indiscriminadamente en todos los puntos cardinales y fuerzas militares en las fronteras de los países europeos a donde quieren llegar para rehacer su vida. Como si las víctimas de la guerra imperialista fueran una plaga indeseada que solo merecen morir: este es el humanismo hipócrita del capitalismo en descomposición.

Son los imperialistas quienes destruyen un territorio y queman viva a su población por el interés económico. Este sistema no tiene corazón. Su exclusiva motivación es fortalecer la fría, seca e individualista ganancia.

El reciente derribo del avión ruso en Siria y lo que ha acontecido en adelante, es una muestra de todos los intereses mezquinos que anidan en el pecho burgués. Un pretexto tras otro acelera la movilización de más tropas y armamento genocidas, intensifica el bombardeo a un pueblo que es carne de cañón de todos los bandos en disputa. La guerra amenazante es orquestada por el imperialismo y pagada con la sangre del pueblo sirio.

Esta es la época de los monopolios capitalistas y de sus guerras, y el mundo no se podrá librar de estos engendros si no elimina al sistema que los produjo. Por esto es deber de las fuerzas revolucionarias derrocar el poder de los reaccionarios.

Los movimientos de armamentos y de tropas imperialistas en Siria y por todos los continentes, por parte de la OTAN y del bloque opositor, dan cuentas a la sociedad de que los tiempos de paz para el imperialismo eran un motivo para armarse hasta los dientes contra sus rivales y contra la humanidad misma. Los acuerdos de estos genocidas no son humanitarios sino guerreristas, esta es la esencia de un sistema antisocial, que condena a los trabajadores a la muerte por hambre, superexplotación y por bombas asesinas como lo hace con el pueblo sirio. Por esto solo la revolución de los oprimidos contra los opresores, de los explotados contra los explotadores es la única solución a la guerra mundial imperialista en curso.

Lo que atañe a los revolucionarios y pueblos del mundo es la unidad para el desarrollo de la lucha de clases contra su propia burguesía, no para la unidad de clases con ella, como lo solicita el imperialismo francés en este país. Lo que corresponde al movimiento revolucionario es la denuncia e independencia frente a todos los imperialistas, sean los de la OTAN o los del bloque Ruso-Chino. No hay que olvidar camaradas, que son los nuevos zares rusos los que usurparon el poder de obreros y campesinos en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas desde 1956, bañando en sangre los pueblos que exigieron su independencia; que los nuevos mandarines chinos asaltaron igualmente la república popular en manos de la clase obrera, masacrando la oposición en la plaza de Tiananmén en 1989 y convirtiendo a este inmenso país en el más grande esclavo y respiro que ha tenido el sistema después de la II Guerra Mundial. Los aliados de este bando imperialista son regímenes igualmente opresores que los occidentales, así se vistan de demócratas y hasta de comunistas, con lo cual mantienen al pueblo esclavo y a la clase obrera sometida a una dictadura de una ínfima minoría burócrata y en esencia capitalista.

Sin embargo la perspectiva es luminosa, porque los preparativos para la guerra mundial imperialista permiten, como siempre ha sido, explotar al máximo las contradicciones entre los enemigos y aprovechar el desprestigio de los regímenes que los sostienen, para avanzar en la revolución. Hoy la comunicación entre los pueblos es más estrecha, la clase obrera está por todo el planeta, diseminada como un ejército mundial y tiene ventaja por su número, pero que debe hacerse pesar con la organización política y la conciencia de clase. El futuro está del lado de los obreros no de los imperialistas, pues mientras los expropiadores se dividen y amenazan a muerte, los trabajadores han construido grandes lazos internacionales de hermandad por toda la tierra, debido a su experiencia, al desarrollo de su conciencia y hasta su movilidad internacional obligada por la misma subsistencia.

Pero para que la clase obrera pueda avanzar en su lucha, debe proclamar su total independencia de todo el poder del capital y de la reacción. Y para ello necesita contar con su destacamento de vanguardia en cada país y con la Internacional Comunista, que como partido mundial centralice la dirección de todas las luchas.

Mientras tanto, compete a las masas, dirigidas por fuerzas y partidos revolucionarios de la clase obrera, levantarse hacer unidad de clase y preparar la Guerra Popular contra todos los imperialistas y su reacción, independientemente del bloque a que pertenezcan, como lo hace por ejemplo el pueblo Indio dirigido por su Partido Comunista (maoísta). Levantarse con independencia, con su propia fuerza y la de sus aliados dentro el pueblo, para expulsar a todos los opresores y expropiar a los expropiadores.

Y esto de la independencia frente al imperialismo es posible en la era de la Revolución Proletaria Mundial, inaugurada en el siglo XX con la revolución rusa de 1917. Lo demostró aquel aguerrido pueblo desde esa época, derrocando el poder del zarismo y el gobierno provisional burgués con su propia fuerza, rompiendo el cerco imperialista de 14 países posteriormente; lo confirmaron todos los pueblos de Europa luchadores por la libertad y la URSS contra el fascismo en la II Guerra Mundial, lo refrendaron las múltiples y heroicas guerras de liberación nacional en todos los continentes a mediados del siglo pasado. Lo continúa demostrando el avance de la Guerra Popular en países como la India, Turquía y Filipinas.

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