Unirnos Para Conmemorar Los 200 Años Del Natalicio De Federico Engels

Unirnos Para Conmemorar Los 200 Años Del Natalicio De Federico Engels 1

Por todo el mundo, desde ya el proletariado avanza en la conmemoración del 200 aniversario del nacimiento del insigne dirigente del proletariado, Federico Engels. Así, los camaradas del Partido Comunista de Italia maoísta publican un valioso documento como parte de las actividades que vienen realizando en torno a tan magna fecha; entre otras, el desarrollo de guías de lectura de sus obras, en un gran esfuerzo por promover que el proletariado sea el destinatario natural de la ciencia del marxismo, pues en alianza con el campesinado pobre, es el llamado a derrotar este sistema caduco y reaccionario.

Destacamos el trabajo que los compañeros hacen al promover el estudio de algunas de la obras de Engels, para lo cual extraen apartes de algunos de sus escritos como por ejemplo: El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado y Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico.

No podemos dejar pasar la conmemoración del natalicio de Engels sin hacer un llamado a nuestra clase, a ir más allá de la lectura de nuestra ciencia, es necesario estudiarla y reestudiarla para sacar de ella las más importantes lecciones, de tal manera que redunden en la comprensión del desarrollo de la sociedad en sus propios países, única manera de determinar el carácter, los enemigos y aliados del proletariado y la vía más propicia para desarrollar la revolución, en eso consiste unir la teoría con la práctica.

Compartimos el documento presentado por los camaradas de Italia que da muestra del esfuerzo realizado en varios países por conmemorar esta importante fecha.


pc 8 de octubre – FORMACIÓN OBRERA – ENGELS SOBRE EL ESTADO

1ª parte – Esta FO se enmarca en la celebración del 200 aniversario del nacimiento de Engels

Tomado de Proletari Comunisti traducción de Revolución Obrera

A los lectores,

Después de haber completado una guía para la lectura del libro «La Situación de la Clase Obrera en Inglaterra», en estos últimos meses del año -en los que cae el bicentenario del nacimiento de Engels, el 28 de noviembre de 1820- continuaremos publicando, otros escritos fundamentales de Engels.

Celebrar a Engels es, ante todo, devolver a los trabajadores, a las mujeres proletarias, a los jóvenes «rebeldes contra la corriente» su gran obra teórica, parte de la cual realizó junto con Marx o fuente esencial para la obra de Marx en particular El Capital; una obra inmensa, en todos los campos de la ciencia del proletariado y de la humanidad.

Precisamente por esta magnitud de la obra de Engels sólo podremos dar algunas breves referencias en la Formación Obrera, invitando a los lectores a «iluminar» sus mentes y corazones y a «armar» su práctica de lucha, con una lectura integral de los libros de Engels.

En esta Formación Obrera publicamos pasajes sobre el Estado burgués, la relación entre las fuerzas productivas y el Estado.

Que es el Estado

«El Estado no es de ningún modo un poder impuesto desde fuera de la sociedad; ni tampoco es «la realidad de la idea ética» como afirma Hegel. Es más bien un producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo determinado; es la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable contradicción consigo misma y está dividida por antagonismos irreconciliables, que es impotente para conjurar. Pero para que estos antagonismos, estas clases son intereses económicos en pugna no se devoren a si mismas y no consuman a la sociedad en una lucha estéril, surge la necesidad de un poder situado aparentemente por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el choque, a mantenerlo en los límites del “orden”. Y ese poder, nacido de la sociedad, pero que se pone por encima de ella y se divorcia de ella más y más, es el Estado.

El Estado, surgió de la necesidad de frenar los antagonismos de clase, pero al mismo tiempo nació en medio del conflicto de estas clases, es, por regla, el Estado de la clase más poderosa, económica y políticamente dominante, y así adquiere una nueva herramienta para mantener sumisa y explotada a la otra clase, la clase oprimida.

Así como el Estado antiguo era principalmente el estado de los propietarios de esclavos para mantenerlos sometidos, así el Estado feudal era el órgano de la nobleza para mantener a los campesinos, sirvientes o atados, en sujeción, y el Estado representativo moderno es el instrumento para la explotación del trabajo asalariado por parte del capital. Excepcionalmente, sin embargo, hay periodos en los que las clases enfrentadas tienen fuerzas casi iguales, de modo que el poder estatal, como aparente mediador, adquiere momentáneamente cierta autonomía frente a ambos. Así la monarquía absoluta de los siglos XVII y XVIII que mantuvo el equilibrio entre nobleza y burguesía; así el bonapartismo del primer y especialmente del segundo imperio francés que se sirvió del proletariado contra la burguesía y de la burguesía contra el proletariado. El último producto de este tipo, en el que gobernantes y dominados aparecen igualmente cómicos, es el nuevo imperio alemán como nación bismarckiana: aquí se mantiene el equilibrio entre capitalistas y trabajadores defraudando a ambos en beneficio de los decaídos terratenientes de Prusia.

Por lo tanto, el Estado no ha existido eternamente. Ha habido sociedades que se las arreglaron sin él, que no tuvieron la menor noción del Estado ni de su poder. Al llegar a cierta fase del desarrollo económico, que estaba ligada necesariamente a la división de la sociedad en clases, esta división hizo del Estado una necesidad. Ahora nos aproximamos con rapidez a una fase de desarrollo de la producción en que la existencia de estas clases no solo deja de ser una necesidad, sino que se convierte positivamente en un obstáculo para la producción. Las clases desaparecerán de un modo tan inevitable como surgieron en su día. Con la desaparición de las clases desaparecerá inevitablemente el Estado. La sociedad que reorganiza la producción sobre la base de una sociedad libre de productores iguales, enviara toda la máquina del Estado al lugar que entonces le ha de corresponder: al museo de antigüedades, junto a la rueca y al hacha de bronce.”

Tomado de El origen de la familia, la propiedad y el estado, 1884

Desarrollo de las fuerzas productivas y del estado

«… Si bien las crisis revelan la incapacidad de la burguesía para seguir rigiendo las fuerzas productivas modernas, la transformación de las grandes empresas de producción y transporte en sociedades anónimas, trusts y en propiedad del Estado demuestra que la burguesía no es ya indispensable para el desempeño de estas funciones. Hoy las funciones sociales del capitalista corren todas a cargo de empleados asalariados, y toda la actividad social de aquel se reduce a cobrar sus rentas, cortar sus cupones y jugar en la Bolsa, donde los capitalistas de toda la clase se arrebatan unos a otros sus capitales. Y si antes el modo capitalista de producción suplanta a los obreros, ahora reemplaza también a los capitalistas, arrinconándolos, igual que a los obreros, entre la población superflua; aunque al principio no los relega al ejército industrial de reserva.

Pero las fuerzas productivas no pierden su condición de capital al convertirse en propiedad de las sociedades anónimas y de los trusts o en propiedad del Estado. Por lo que a las sociedades anonimias y a los trusts se refiere, es palpablemente claro. Por su parte el Estado moderno no es tampoco más que una organización creada por la sociedad burguesa para defender las condiciones exteriores generales del modo capitalista de producción contra los atentados, tanto de los obreros como de los capitalistas individuales. El Estado moderno, cualquiera que sea su forma, es una maquina esencialmente capitalista, es el Estado de los capitalistas, el capitalista colectivo ideal. Y cuantas mas fuerzas productivas asuma en propiedad, tanto mas se convertirá en capitalista colectivo y tanta mayor cantidad de ciudadanos explotará. Los obreros siguen siendo obreros asalariados, proletarios. La relación capitalista, lejos de abolirse con estas medidas, se agudiza, llega al extremo, a la cúspide. Mas al llegar a la cúspide, se derrumba. La propiedad del Estado sobre las fuerzas productivas no es solución del conflicto, pero alberga ya en su seno el medio formal, la clave para llegar a la solución.

Esta solución solo puede estar en reconocer de un modo efectivo el carácter social de las fuerzas productivas modernas y por lo tanto en armonizar el modo de producción, de apropiación, y de cambio con el carácter social de los medios de producción. Para esto, no hay más que un camino: que la sociedad, abiertamente y sin rodeos, tome posesión de esas fuerzas productivas, que ya no admite otra dirección que la suya. Así, el carácter social de los medios de producción y de los productos, que hoy se vuelve contra los mismos productores, rompiendo periódicamente los causes de modo de producción y de cambio, y que solo puede imponerse con una fuerza y eficacia tan destructoras como el impulso ciego de las leyes naturales, será puesto en vigor con plena conciencia por los productores y se convertirá , de causa constante, de perturbaciones y de cataclismos periódicos, en la palanca más poderosa de la producción misma.

Las fuerzas activas de la sociedad obran, mientras no las conocemos y contamos con ellas, exactamente lo mismo que las fuerzas de la naturaleza: de un modo ciego, violento, destructor.Pero, una vez conocidas tan pronto como se ha sabido comprender su acción, su tendencia y sus efectos, en nuestras manos está el supeditarlas cada vez más de lleno a nuestra voluntad y alcanzar por medio de ellas los fines propuestos. Y esto es particularmente cierto para las gigantescas fuerzas productivas de hoy en día. Mientras nos resistamos obstinadamente a comprender su naturaleza y su carácter – y a esta comprensión se oponen el modo capitalista de producción y sus defensores -estas fuerzas actuaran a pesar de nosotros, contra nosotros y nos dominaran, como hemos puesto bien de relieve. En cambio, tan pronto como penetremos en su naturaleza, estas fuerzas, puestas en manos de los productores asociados, se convertirán de tiranos demoniacos, en sumisas servidoras. Es la misma diferencia que hay entre el poder destructor de la electricidad en los rayos de la tormenta y la electricidad sujeta en el telégrafo y en el arco voltaico; la diferencia que hay entre el incendio y el fuego puesto al servicio del hombre. El día en que las fuerzas productivas de la sociedad moderna se sometan al régimen congruente con su naturaleza, por fin conocida, la anarquía social de la producción dejara el puesto a una reglamentación colectiva y organizada de la producción acorde con las necesidades de la sociedad y de cada individuo. Y el régimen capitalista de apropiación, en que el producto esclaviza primero a quien lo crea y luego a quien se lo apropia, será sustituido por el régimen de apropiación del producto que el carácter de los modernos medios de producción está reclamando: dé una parte, apropiación directamente social, como medio para mantener y ampliar la producción; de otra parte, una apropiación directamente individual, como medio de vida y de disfrute.”

Tomado de Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico, 1880, Parte III

(CONTINUA)

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