Aprender de las formas de lucha del Paro Cívico de 1977

Aprender de las formas de lucha del Paro Cívico de 1977 1

Un día en el que se condensaron 20 años de lucha, un día en el que las masas trabajadoras del país demostraron su odio y capacidad para golpear y alterar la calma y normalidad del sistema capitalista, un día que nos recuerda que una vez el pueblo se ve atrapado en un callejón sin salida, se organiza y lucha para afrontar la penosa y miserable situación que atraviesa.

El gobierno liberal de López Michelsen presentó una serie de reformas anti populares y anti obreras que buscaban agravar aún más la penosa situación del pueblo. A la carestía de los alimentos, del transporte y de los servicios públicos se sumaba la rebaja de salarios, aumento del desempleo, los despidos masivos, el recorte de derechos laborales y populares que de un plumazo el gobierno pretendía arrebatar. La indignación venía acumulándose como un viejo topo que cava y sigue cavando, y aunque las clases dominantes eran testigas de la indignación creciente, no sospechaban la fuerza del movimiento que estaba por desatarse.

El paro del 14 de septiembre del 77 fue precedido por numerosas luchas económicas y políticas de los obreros fabriles, de tomas de tierras e invasiones para crear barrios populares, luchas que venían extendiéndose por todo el país, de la misma forma que pequeñas brasas dispersas anunciaban el gran incendio por venir. No más echar una ojeada a las décadas anteriores para encontrarse con la insurrección popular del 9 de abril de 1948 o de la gran lucha popular del 10 de mayo de 1957 en el Valle del Cauca.

Una de las características esenciales del Paro Cívico fue similar a la que se vivió tras la lucha desatada el 21N de 2019, es decir, las bases de las organizaciones de masas y sindicales rebasaron a sus direcciones entreguistas y concertadoras para emprender la lucha directa. Para mediados de la década de 1970 el sindicalismo independiente era fuerte dentro del movimiento obrero, su única limitación era que no estaba organizado en una central sindical; el correcto sentir del movimiento sindical se desperdigaba en sindicatos aislados entre sí por las limitaciones propias del elemento consciente y el anarcosindicalismo de moda en aquella época; aun así el sindicalismo independiente rescataba las mejores lecciones de lucha de las generaciones obreras que le precedieron, rescataba y ponía en práctica los mejores métodos y estilos de trabajo proletarios.

Cabe anotar que por aquella época más del 60% de los sindicalistas del país se agrupaban en la corriente del sindicalismo independiente, una corriente que ayudó mucho a generar la conciencia de que la clase obrera debía participar activamente en el Paro y ayudar a parar la producción desde adentro, como efectivamente ocurrió.

Otra característica de aquella lucha fue la orfandad de la clase obrera de su partido político independiente, ya para 1976, el Partido Comunista de Colombia (m-l) se había desnaturalizado por una corriente “izquierdista” que lo llevó a abandonar sus vínculos con la clase obrera y el trabajo sindical en muchos lados, para persistir en una supuesta Guerra Popular Prolongada que en verdad ya se había convertido en una aventura militar que acabó con el Partido y condenó al EPL al guerrillerismo errante para terminar claudicando ante el Estado burgués años después.

También el Paro cívico de 1977 coincide con el desgaste del guerrillerismo desatado por la pequeña burguesía en Colombia desde mediados de la década de los 60, y que para inicios de la década de los 80 marcaría su rumbo hacia la guerra reaccionaria contra el pueblo participando del botín por la renta extraordinaria del suelo con el negocio de los psicotrópicos. Todo el movimiento guerrillero se vio aislado y sorprendido por el gran levantamiento, nunca incidieron en él.

Un papel destacado desempeñaron las bases de muchos partidos revisionistas y reformistas, que rebasaron a sus direcciones y ayudaron a organizar el Paro, cuya iniciativa se le puede seguir la pista desde 5 meses atrás. En asambleas barriales, asambleas obreras, en colegios y universidades, los revolucionarios comenzaron a agitar y aglutinar las fuerzas para el Paro Cívico el 14 de septiembre. Las direcciones sindicales al ver moverse sus bases, se vieron obligadas a participar en la lucha estableciendo enlaces de comunicación con distintos sindicatos y juntándose las 4 centrales que existían en aquella época para tal fin. Incluso las mismas bases de los partidos tradicionales dieron su aporte para la realización de la gran jornada. Para esa fecha se evidenció el papel de los oportunistas del Moir, que no movieron ni una pestaña en apoyo a la lucha, como también otras organizaciones reformistas que miraron desde la barrera el bullir de las masas en lucha.

En cuanto a la preparación militar de la jornada, podría decirse que el arma destacada fue la tachuela o miguelitos en todas sus formas, pero la más efectiva consistió en un clavo soldado a una arandela que se utilizaba con un dispositivo casero conformado por un tubo metálico y una varilla que era golpeada para clavar en las juntas asfálticas, operando de la siguiente forma: se insertaba un clavo con arandela dentro del tubo, se posicionaba en las juntas asfálticas y con apenas 2 martillazos, la varilla empujaba el clavo en las juntas. Ésta se convirtió en el arma más efectiva para inutilizar el tráfico en la noche del martes 13 de septiembre y primeras horas de la mañana del 14, porque una vez una rueda pasaba por encima de éste, inmediatamente se desinflaba y el clavo continuaba trabajando. Los clavos detuvieron los vehículos y paralizaron ciudades, especialmente en vías importantes en Bogotá. Además de aquel dispositivo se emplearon llantas encendidas que se usaron como barricadas, también se les hacía rodar encendidas cuesta abajo, las cuales funcionaban como dispositivos incendiarios. Se derramó aceite en vías y se prepararon resorteras para la contienda con antelación.

La piedra fue el arma más lanzada en aquella jornada, lluvias de piedra caían sobre la fuerza pública que en vano intentaba levantar bloqueos o controlar incendios, generándose verdaderos combates callejeros que terminaron en barrios populares y con intervención armada del ejército, quien en varias ocasiones disparó sus fusiles. Las molotov no hicieron un trabajo destacado en aquella jornada, según testimonios de antiguos militantes del Partido Comunista (m-l), en un barrio popular apenas alcanzaron a llevar dos canastas de botellas con cocteles molotov, las cuales en segundos se perdieron en el océano de piedras lanzadas por la masas. La vía férrea en la capital fue fuertemente golpeada por los combatientes que la incendiaban en varias oportunidades, no más el ejército lograba sofocar un incendio, aparecía otro cercano, logrando paralizar el transporte por tren.

La ingeniosidad de las masas hizo posible que en los días lunes y martes que precedieron al Paro Cívico se desplazaran tachuelas, llantas, volantes y mensajes en las mismas narices de fuertes dispositivos del Ejército y la Policía, camuflándolos en camiones de helados, reclutando cartoneros y usando sus carretillas, o empleando muchachas jóvenes y bien vestidas que daban paseos nocturnos y arrojaban tachuelas en las intersecciones viales, sin llamar la atención de la fuerza pública. Dando como resultado una positiva victoria para el pueblo que logró echar atrás todo el paquete del gobierno de López Michelsen.

Las confrontaciones con la fuerza pública se desplazaron incluso hasta tres días después del 14 de septiembre en algunos barrios populares. En la capital las balas asesinas de la policía y el ejército segaron la vida de 19 personas, muchas de ellas fueron muertas durante el toque de queda decretado en horas de la noche, uno de esos casos, fue el ocurrido en el barrio Atahualpa en la localidad de Fontibón en la capital, cuando el Ejército recibió ordenes de abrir fuego de parte de un militar de la fuerza aérea llamado Francisco Perlaza, en donde murió bajo la descarga una mujer joven, otra que había dado a luz apenas hacía 15 días y dejó un menor de 11 años lesionado de invalidez, la barbarie represiva fue sellada por la impunidad y el silencio estatal.

El Paro Cívico del 77 demostró la vigencia de la Huelga Política de Masas en la lucha de clases del país, además destacó la importancia estratégica de la capital, el enorme peso del movimiento obrero y sindical en la sociedad colombiana y la relevancia de paralizar las fábricas desde adentro, en consecuencia con el carácter capitalista de la economía del país y de la concentración en grandes urbes de su población.

El paro del 77 fue una lucha que recogió el sentir y aglutinó la fuerza de las masas laboriosas urbanas, que canalizó su energía y la apuntaló, no contra un grupo de patronos o funcionarios políticos locales, sino contra el Estado en su conjunto, contra el gobierno y sus fuerzas represivas. Qué bueno reestudiar las racionalizaciones de aquella experiencia de lucha del pueblo colombiano en este preciso momento de rebalse del paro nacional que arrancó el 28 de abril para preparar mejor el próximo levantamiento.

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