¿Votar SI? ¿Votar NO? ¿NO VOTAR?

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El Plebiscito sobre el Acuerdo de paz en La Habana ha sido convocado para el 2 de octubre. Las clases sociales a través de sus representantes políticos han tomado posición: unos por Votar SI, otros por Votar NO, y otros más por ¡NO VOTAR!

Los ricachones capitalistas que viven de explotar el trabajo de los pobres de la ciudad y del campo, TODOS directa o indirectamente acrecentaron sus ganancias y propiedades con el negocio de la guerra; TODOS salen beneficiados por el Acuerdo de paz que legaliza la expropiación, los exonera de culpabilidad, no toca ni un pelo de su propiedad privada y no limita ni un milímetro su derecho a explotar trabajo ajeno. Sin embargo ahora se muestran divididos frente al Acuerdo y el Plebiscito. En nombre de «la paz para el pueblo» la mayoría de los empresarios chupasangre, encabezada por el Gobierno de Santos, llama a Votar SI por el Acuerdo entre expropiadores celebrado en La Habana. En nombre de «la paz para el pueblo» la minoría de sanguijuelas capitalistas, liderada por Uribe y su séquito inquisidor, llama a Votar NO en rechazo a los compromisos del gobierno con los jefes guerrilleros.

El aparato militar del Estado es el soporte principal de la dictadura de los ricos sobre el pueblo, para defender a sangre y fuego los intereses de los grandes empresarios imperialistas y nacionales, garrotear a los manifestantes, asesinar y desaparecer activistas y dirigentes de los trabajadores; y en La Habana, los jefes guerrilleros reconocieron a las fuerzas militares como las únicas con derecho a tener el monopolio de las armas. Sin embargo, ahora los mandos militares en nombre de «la paz para el pueblo» también se presentan divididos entre quienes intervinieron con delegados en La Habana, que en apoyo al Gobierno llaman a Votar SI, y otros chafarotes uribistas que llaman a Votar NO.

Todas las iglesias sirven para mantener la explotación del trabajo, porque adormecen a los explotados con la religión que es el opio del pueblo, y los Acuerdos en La Habana tampoco afectan en nada su fabuloso negocio espiritual, ni su exoneración de impuestos, ni sus enormes propiedades e intereses financieros. Sin embargo, ahora también en nombre de «la paz para el pueblo», asisten divididas al Plebiscito. Los obispos de la secta católica, la más grande del país, dan apoyo al gobierno y llaman a Votar SI. Por su parte, pastores de otras sectas, se pliegan al uribismo y llaman a Votar NO.

A pesar de que los Acuerdos en La Habana no amenazan en lo más mínimo las ganancias de TODOS los explotadores, ni ponen en peligro la autoridad del Estado actual que es la dictadura de TODOS los capitalistas sobre el pueblo; a pesar de que los Acuerdos en La Habana reconocen como legítimo el botín de la guerra de TODOS los expropiadores (10 millones de hectáreas despojadas) y solo acuerdan la restitución de unos cuantos miles de hectáreas que a la larga las necesitan los empresarios para hacinar allí a sus nuevos esclavos asalariados; a pesar de esto, los banqueros, empresarios industriales y terratenientes, encabezados por jefes como Santos y Uribe, junto con los jefes militares que salvaguardan sus intereses y los jerarcas religiosos que bendicen sus propiedades, se presentan al Plebiscito como si fueran enemigos a muerte y pretenden que el pueblo se divida en favor de ellos y los secunde en esa farsa.

Que esto lo hagan los más odiados enemigos del pueblo, es apenas lo normal y una vieja tramoya conocida, utilizada también en la época de La Violencia cuando los campesinos se degollaron entre sí por el rojo o por el azul de los partidos, mientras los jefes conservadores y liberales compartían y se abrazaban en el festín de la expropiación de las tierras cafeteras.

Pero que los jefes de partidos que se dicen de «izquierda» y los jefes de las centrales sindicales que dicen representar a los trabajadores, se hayan quitado la máscara anti-patronal y anti-gobiernista, y se presenten hoy en el Plebiscito abrazados con empresarios y gobernantes llamando a Votar SI para lograr «la paz para el pueblo», es una gran mentira y un apoyo desvergonzado a la trampa de los explotadores.

Una gran mentira, porque el Acuerdo en La Habana solo significa el desarme de las Farc, no de las fuerzas militares que seguirán ejerciendo la violencia reaccionaria contra el pueblo, ni tampoco de las bandas paramilitares que seguirán dominando y masacrando; solo significa el retiro militar de las Farc de esta guerra de la coca, la minería y el petróleo, pero no el fin de la guerra misma, pues el negocio sigue más activo que nunca. Por tanto, es una falacia identificar ese acuerdo entre bandos de expropiadores, con la paz para los obreros y campesinos, imposible e irrealizable mientras no se acabe la disputa económica del negocio de los sicotrópicos, de las plantaciones y la minería, lo cual no se resolvió en La Habana; una paz imposible e irrealizable mientras se viva bajo un sistema donde unas clases tengan el derecho a enriquecerse explotando el trabajo de otras, y para conservar ese derecho, tengan a su disposición las armas del Estado, condiciones que fueron aceptadas como intocables en el Acuerdo de La Habana.

Pero los trabajadores que sienten que la paz es mejor que la guerra, que muy justamente desean vivir en paz, no están condenados a marchar tras de sus enemigos directos dirigidos por Santos y Uribe. Existe un tercer camino distinto al SI de Santos y al NO de Uribe; es el camino de la independencia, el de la denuncia a la mentirosa paz de los ricos, el de desechar las ilusiones en el Acuerdo y en el Estado, el del rechazo a la farsa del Plebiscito. Ese tercer camino es la abstención, ¡NO VOTAR! ¡Ni por el SI ni por el NO! y confiarlo todo a la lucha directa del pueblo, el único camino que podrá llevar a la verdadera paz que tanto necesita el pueblo colombiano, la paz sin explotadores, la paz sin opresores. La campaña de los jefes patronales sindicales pretendiendo confundir a los trabajadores con el cuento de que ¡NO VOTAR! es ir contra la paz y a favor del uribismo, no es más que una patraña, una intriga que solo favorece a los de arriba, pero no logrará frenar el rechazo del pueblo al Plebiscito.

Comité Ejecutivo

Unión Obrera Comunista (mlm)

Colombia, septiembre 6 de 2016

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