¡Forjar la unidad para la lucha!

Construir el Partido

Varios han sido los intentos de los luchadores más conscientes y del pueblo colombiano en general, por unirse en medio del constante ascenso de la lucha de masas. Intentos que dejan vasta experiencia, necesaria de racionalizar para continuar adelante en el propósito de forjar la unidad para la lucha.

Uno de esos intentos fue el Bloque por el Paro General Indefinido (BPGI), surgido para unir las fuerzas de luchadores y revolucionarios en la confrontación al régimen uribista de Duque y aislar la influencia de los reformistas y oportunistas enquistados en el Comité Nacional de Paro (CNP), quienes se convirtieron en un dique obstructor de la lucha directa del pueblo. De ahí que, luego del 21N de 2019, cuando las masas se levantaron furiosamente, la necesidad de una dirección consecuente con este sentir y, de forjar la unidad para la lucha, dieron paso a ese Bloque, que desde el 29 de enero de 2020 se formó con carácter «Anticapitalista, antiimperialista, para la defensa de los intereses del pueblo trabajador y la preparación del PGI con independencia del Estado y opuesto a que la lucha sea utilizada para fines politiqueros».

Este intento de forjar la unidad para la lucha, funcionó durante el 2020 combatiendo el burocratismo de los jefes sindicales conciliadores, la socialdemocracia y la politiquería; destacando a su vez un plan de trabajo y un método para llevarlo a cabo. Indiscutiblemente el BPGI ganó prestigio entre las fuerzas que se planteaban la necesidad de impulsar un paro de verdad y preparar la Huelga Política de Masas o Paro General Indefinido, demostrando que se podía actuar con independencia del CNP o de la burocracia de las centrales sindicales, uniendo a diversas fuerzas revolucionarias para jalonar un plan de trabajo y vincularse como dirigentes y activistas a la lucha directa de las masas, desenmascarar las componendas del CNP con el gobierno, diferenciar entre las direcciones y los dirigidos, y así, tratar de influir en las bases engañadas y confundidas, todo esto a pesar de que algunas organizaciones dentro del BPGI vacilaran frente a tales propósitos.

Si bien el BPGI representó un avance en la lucha del pueblo contra el paquetazo de Duque, impulsando una plataforma de lucha que abogó por el camino revolucionario, oponiéndose al reformismo y las maniobras de las dirigencias sindicales concentradas en el CNP, no puede negarse que en su interior existió una lucha constante, por la ilusión de algunos en que el CNP entendiera que debía cambiar de posición frente al régimen y al método para enfrentarlo, por la vacilación de otros en cuanto a la posibilidad de una Huelga Política de Masas, por la pretensión de un sector de buscar la salida burguesa en una Asamblea Nacional Constituyente y, el disgusto de unos más, cuando sus decisiones no fueran adoptadas sin chistar. Una lucha apenas normal, cuando la diversidad de organizaciones que componían el BPGI, representaban diferentes puntos de vista de clase, distintas formas de analizar la realidad concreta y por supuesto, diversos caminos estratégicos a seguir. Las discrepancias en esencia consistían en mantener o no los criterios iniciales de unidad que definieron el carácter del Bloque. Pero triunfó la división y surgió la Coordinadora Nacional Sindical Social y Popular (CNSSP), paralela al BPGI que innegablemente le restó fuerzas.

Es así como el estallido del 28 de abril encuentra un BPGI disperso e inactivo y, aunque algunos como los Comités de Lucha hicieron llamados a reactivar el trabajo e incluso a la unidad con la CNSSP, estos esfuerzos no fructificaron. El BPGI se disolvió pero fue un arranque que constituyó un avance en el propósito de forjar la unidad para la lucha.

El reciente levantamiento demuestra que la lucha de clases es una ley objetiva de la sociedad y avanza inexorablemente, exigiendo nuevos y mayores sacrificios, evidenciando la necesidad de un frente táctico que asuma el papel de una dirección nacional revolucionaria, lo cual nos compromete a luchadores y revolucionarios a priorizar el trabajo urgente de forjar la unidad para la lucha.

En medio del Paro Nacional surgió la Asamblea Nacional Popular (ANP), otro intento de forjar la unidad para la lucha. La ANP llamó la atención en su primera versión del 6 al 8 de junio, por la amplia confluencia de masas y por sus conclusiones en general correctas, aunque tímidas respecto al deseo del pueblo de tumbar el gobierno uribista de Duque, deseo que la Unión Obrera Comunista (mlm) elevó a la necesidad de tumbar el régimen de la mafia y luchar desde abajo por un gobierno de transición.

La ANP parecía entonces ser la organización que podía nuevamente confrontar la dirección del CNP, por lo cual varias organizaciones que constituían el BPGI se concentraron allí, ratificando así la incomprensión del papel y propósito del BPGI, pero también con la expectativa de que la ANP lograra ser la asamblea de asambleas, que dirigiera la lucha del pueblo colombiano con el correcto método proletario: asambleas decisorias, de las masas a las masas, con decisiones por votación y como máxima autoridad independiente de quienes fueran nombrados como representantes. Sin embargo, el pasado 17 de julio cuando se realizó la segunda versión de la ANP, sectores del pueblo aún activos en el paro y muchos de quienes participaron, se quedaron esperando un llamado, una resolución, un plan, una orientación o consigna que indicara el qué hacer para mantener la lucha en las calles, consolidar las asambleas, fortalecer y generalizar el paro. A la fecha, de la ANP segunda versión, no se conocen conclusiones ni documentos, en cambio sí, en sus reuniones virtuales posteriores, han reinado la dilación, la politiquería y las propuestas contrarias a la lucha directa y organizada en las calles y, aunque estas posiciones han encontrado resistencia, se impuso la inactividad. En últimas, la ANP se ha venido manteniendo con reuniones donde se discute y se discute pero nada se concreta, no se respetan las decisiones colectivas y en lugar de destacar tareas para la lucha, los organizadores prefieren las reuniones con secciones del CNP en las regiones; como en el Cauca, donde se impuso el método propio de los apagafuegos que en época de elecciones cierran filas para desviar la ira del pueblo colombiano hacia las urnas.

Pese a esto, la ANP en su cuenta oficial de Twitter -@asambleapop21- hizo un llamado a la lucha el 1 de octubre diciendo que «Este #4DeOctubre plantones en todas las sedes de la Fiscalía en el país, en contra de la persecución, judicialización y asesinato de quienes hemos luchado en el estallido social». Un llamado por demás justo, contra el terrorismo de Estado agudizado en el paro, pero un llamado interesado porque se apoya en la fuerza y rebeldía del movimiento en las calles cuando conviene a intereses particulares de grupo, acompañado además de una lamentable e inconsecuente actuación de los organizadores frente al evento que habían convocado.

Tanto el BPGI como la ANP, son indicativos de que el pueblo colombiano pide a gritos una dirección consecuente con su lucha; una dirección distinta a la rancia y podrida maquinaria burocrática y traidora concentrada en las direcciones de las centrales sindicales, que utilizan la efervescencia del movimiento siempre a favor de sus intereses, ya sea por un candidato o para favorecer sus mismas carreras politiqueras. Pero, independientemente de la ANP, de las elecciones y de la actual inactividad relativa en el paro, la realidad sigue imponiendo la necesidad que ya la Unión Obrera Comunista (mlm) había identificado desde hace años: generalizar las Huelgas Políticas de Masas, pues por encima de las tramoyas y trucos del reformismo, las consecuencias de las crisis económica, social y política, siguen agudizándose y martirizando a las masas trabajadoras, al punto que este relativo estancamiento en el paro no será más que una catapulta para el avance en la lucha del pueblo, lo que a su vez requiere de la actuación organizada, dispuesta y decidida de los luchadores y revolucionarios, en la ineludible necesidad de forjar la unidad para la lucha.

El llamado a los luchadores consecuentes, a todos quienes de una u otra manera han aportado su tiempo, su trabajo, sus ideas y sus medios de comunicación al combate contra el régimen de la mafia y los paramilitares, es a priorizar las necesidades e intereses comunes de apoyar la lucha del pueblo ; impulsar dentro del movimiento la independencia en su lucha para que los levantamientos no sigan siendo ahogados en promesas electorales; organizar el Paro General Indefinido; retomar, generalizar y consolidar las asambleas populares como embriones del futuro poder del pueblo; concretar la alianza de los obreros, campesinos, masas del pueblo, y todas las fuerzas democráticas partidarias de tumbar el régimen paramilitar de la mafia y constituir un nuevo gobierno de todas esas fuerzas; fortalecer y consolidar las formas de lucha directa y de organización (Grupos de Choque o Primera Línea, Guardias o Milicias Obreras y Populares) para avanzar a formas superiores necesarias para la derrota definitiva de los enemigos mediante una Revolución.

Solo por ese camino, el proletariado y los campesinos, los jóvenes y las masas trabajadoras en general, lograrán por fin conquistar no solo sus inmediatas y más sentidas exigencias, sino los cimientos de un nuevo Estado a través de un gobierno de transición sustentado en las masas armadas, y en su capacidad para dirigir y resolver todos los asuntos de la sociedad. He ahí la urgente necesidad de ¡Forjar la unidad para la lucha!

Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
Octubre 17 de 2021

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