NO NECESITÓ LAZARILLO

NO NECESITÓ LAZARILLO 1

(Recordando al camarada Ignacio)

No sabía cuál título escoger para esta pequeña nota acerca del camarada Ignacio. Para decidirme a escribir, me movió especialmente la nota acerca de su vida política escrita en el periódico Revolución Obrera, y en particular al comprender el significado de saber orientarse cuando reconoció la desviación del viejo Partido y por qué no decirlo también, porque una de las camaradas del actual regional donde me encuentro, “me regañó” un poco por no haber escrito aún.

El hecho tan trascendental de su decisión política de abandonar el camino equivocado y seguir el correcto, me llevó a hilar el incidente mismo de cuando tuve el honor de trabajar con el camarada en el Regional Carlos Alberto Morales hacia el año 2001. No necesitó lazarillo, fue mi conclusión no solamente en el episodio tan significativo de su vida política al saberse orientar y reconocer a los verdaderos comunistas revolucionarios, en quienes depositó toda su confianza en su trasegar revolucionario. No necesitó lazarillo, tampoco para llevar con paciencia la enfermedad que lo acompañó los últimos 18 años de su vida, por la cual, los médicos apenas le daban seis meses.

Por aquel entonces, 2001, como parte de la problemática del Regional, al camarada Ignacio no lo habían vuelto a convocar a participar en el organismo al cual pertenecía debido a su enfermedad. Cuando le informé de los esfuerzos que estaba haciendo la Unión por reorganizar las fuerzas y avanzar en el trabajo, de inmediato se dispuso a participar en la obra: «Ah, yo no sabía, nunca me dijeron», fueron sus palabras.

Tal fue su decisión de seguir trabajando por la revolución y contribuir al plan de la organización, que tampoco necesitó lazarillo para llegar a la primera reunión de organismo a la cual le convoqué, sin precisar si era necesario acompañarlo. A pesar de mi descuido en concretar los detalles de la cita, de si era preciso recogerlo… allí llegó presuroso y sonriente, en medio de ese paisaje montañoso de su ciudad. Qué grata sorpresa para mí al verlo llegar, pero a la vez, cuanto temor sentí si le hubiera pasado algo, pues el compañero, ya para ese tiempo había perdido un ojo por la enfermedad y en lo primero que pensé fue precisamente en lo montañoso de la ciudad, en los altibajos, en que habría podido caer en alguna parte. Para mí fue un grato incidente que siempre he tenido presente y que hoy me conmueve recordar, pues son camaradas como Ignacio los verdaderos héroes, dignos ejemplos a emular por los jóvenes proletarios que hoy toman su bandera para seguir en esta gran marcha.

Con el más profundo afecto hacia el camarada Ignacio, su familia que humildemente me acogió en su casa en su momento, por la Unión Obrera Comunista (mlm) y por esa gran prensa revolucionaria que más pronto que tarde, verá los frutos de lo que ha sembrado.

Fraternalmente,

Una camarada

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