Una muestra de la hipócrita campaña de Claudia López contra la corrupción

Una muestra de la hipócrita campaña de Claudia López contra la corrupción 1

Esta senadora es una política liberal del corrupto Partido Verde, el mismo del alcalde Peñalosa y Lucho Garzón. Es, según sus colegas parásitos, muy buena para hablar duro en los grandes medios de comunicación contra el gobierno y los corruptos de otros partidos, pero trabaja con gente tan corrupta y zángana como la que señala en sus denuncias, además de seguir fielmente los lineamientos de su partido para ayudarle a Santos a la hora de aprobar los proyectos del Ejecutivo. En columnas del 4 y 10 de marzo en el El Espectador, el periodista Julio César Londoño la acusó de no respaldar la denuncia del coordinar de su propio partido en Palmira contra Henry Díaz (concejal Verde quemado en las elecciones pasadas) por ROBARSE el dinero de un contrato de vacunación canina que no cumplió. La respuesta de esta «campeona de la lucha contra la corrupción» fue: ¡»No voy a tocar ese tema. Punto»! Como era de esperarse de cualquier politiquero, Claudia López encubrió la corrupción, con el agravante de que el chanchullero además amenazó de muerte al denunciante.

Y es apenas natural este comportamiento de una politiquera de un partido burgués lleno de hampones como los que rodean su gesta de «lucha contra la corrupción», donde hay personajes que ella misma ha criticado o han sido señalados en famosos casos como en el Carrusel de la Contratación de Bogotá.

Así que Claudia López, como lo fue en su momento Uribe y después Santos…, como será todo aquel que quiera aspirar a la Presidencia, debe declararse enemigo de los males de este asqueroso Estado que apesta, para tomar su control y explotar la maquinaria podrida a favor de los intereses de la clase y partido que representa. Porque quien aspire a tomar las riendas del gobierno que administra los negocios comunes de la burguesía y los terratenientes, sea de los conservadores, de los uribistas, de los liberales, de las Farc o de cualquier otro partido reformista, debe mantener intactas las mafias de la contratación pública y los monopolios que se llevan la tajada del león, porque ellos son los que mueven toda la maquinaria del Estado con su capital; de lo contrario nadie podría gobernar, porque todo funciona en este país bajo el poder del dinero, que pasa por encima de las vidas de millones de campesinos desplazados, de los intereses obreros y de la naturaleza.

Así que el problema no es de individuos, de manzanas podridas, de una ética que se respete en esta sociedad dividida en clases, que oprime a la inmensa mayoría y superexplota a los trabajadores, arrinconando en la miseria a la inmensa mayoría del pueblo. El problema es el sistema económico social decadente, es de la clase dominante, de su poder político y económico, asunto que solo puede resolverse acabando de raíz con las diferencias sociales y el Estado capitalista.

No se acabará la corrupción, ni las mafias, ni el despilfarro, ni mucho menos la destrucción de la naturaleza, la miseria, la muerte y el hambre para el pueblo, porque de esos males es que se alimenta la riqueza capitalista.

A los trabajadores les rebajan el salario y les suben los impuestos porque «la plata no alcanza para cubrir las necesidades del país», pero los monopolios de la contratación y los políticos burgueses se roban el erario, mientras el sistema parásito financiero, que es el más poderoso y quien debería cargar con las pérdidas de la corrupción de este Estado podrido, gana como nunca. Así es amigo obrero vivir en este infierno de sistema y por eso se necesita la revolución socialista.

Y esto sucede no por mala administración del Estado, ni por los políticos, ni por la élite financiera del país, egoísta y avara. Esto se explica por un sistema mundial imperialista de opresión y explotación, donde Colombia es parte de él, siendo un país capitalista oprimido.

Algunos estudiosos calculan que el país se ahorraría $50 billones de pesos al año si se combatiera la corrupción con determinación, e incluso concluyen que no se necesitaría de reformas tributarias pasadas y futuras, pues al acabar con este flagelo, se termina el derroche y los sobrecostos que endeudan más al país. Pero es precisamente la corrupción una de las consecuencias de la dominación de la minoría parásita capitalista sobre la inmensa mayoría trabajadora, por ello ningún poder está interesado en acabar de fondo con ese flagelo.

Los sobornos del monopolio brasileño Odebrecht, son apenas la punta del iceberg de este fenómeno de la corrupción, pero hay un camino para salir de la actual situación, que no es el de las vías reformistas cómo propone la candidata López. Así como la burguesía nació del saqueo y el sometimiento de los pueblos, así mismo se mantiene y se morirá como clase. En esta sociedad la ley absoluta es la acumulación y concentración de riquezas, y por más bonachón que sea un político burgués o pequeño burgués, llámese Lula, Maduro, Chávez, Mojica, etc., los males del capitalismo seguirán cabalgando y hundiendo a la sociedad en medio de la descomposición de un sistema que necesita ser barrido con la revolución.

Solo una auténtica revolución proletaria, que acabe con el Estado de los explotadores y que erija sobre sus ruinas un Estado de obreros y campesinos, puede confiscar toda la propiedad privada de los grandes capitalistas y terratenientes, declarar la independencia real del imperialismo, socializar los grandes medios de producción y empujar a la sociedad hacia el progreso.

El caudal de riqueza que producen los trabajadores es suficiente para acabar con todos los males que se han creado hoy, pero mientras gobierne en la sociedad una clase como la burguesía, estamos condenados al desastre, a la miseria, al hambre y la superexplotación, en medio de la abundancia de riquezas.

La pequeña burguesía y sus políticos como Claudia López o cualquier otro liberal o reformista, le proponen a los trabajadores medidas para combatir el desastroso estado actual de cosas, pero mientras todo gire en torno a la defensa de la explotación asalariada y la propiedad privada capitalista no habrá ningún cambio real.

El Siglo XX le demostró a los obreros y campesinos que si logran constituirse en partido político independiente y revolucionario, si organizan toda la rebelión de los oprimidos y explotados bajo la dirección del proletariado y llevan a cabo una revolución contra todo el orden social existente, destruyendo el Estado que sostiene la dominación de clase de la minoría explotadora, para sustituirlo por un Estado de Dictadura del Proletariado…, solo entonces podrán socializar toda la propiedad, organizar la producción sobre la base de la independencia, enfrentar las diferencias sociales y suprimirlas al máximo hasta avanzar al Comunismo.

Si esto no logró llevarse a cabo en ese momento, no fue por el fracaso de una tendencia inevitable de la sociedad en la espiral ascendente de su movimiento, sino porque se incrustó de nuevo la burguesía en la dirección del Partido y el Estado, logrando restaurar el capitalismo. Ya la clase obrera sabe cómo combatir este enemigo y por esto el camino de los oprimidos y explotados para luchar por el trabajo, el pan, contra la corrupción y por la libertad, es el camino de la Revolución Socialista de Octubre, el de la Revolución Cultural Proletaria, el del marxismo leninismo maoísmo, no el del revisionismo, el reformismo y el liberalismo burgués.

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