SOBRE FIRMATONES, DERECHOS DE PETICIÓN, BOICOTS Y OTRAS ILUSIONES

SOBRE FIRMATONES, DERECHOS DE PETICIÓN, BOICOTS Y OTRAS ILUSIONES 1

La corrupción que corroe toda la institucionalidad burguesa, los privilegios de la casta de politiqueros que cabalgan sobre el pueblo, el robo y el saqueo del erario, los abusos de los gobernantes, las medidas antipopulares que agravan la crisis social como la reciente reforma tributaria, la legalización del despojo, el cavernario código de policía, el miserable incremento del salario mínimo… toda la política instrumentada para aumentar la ganancia de las clases parásitas que viven del trabajo ajeno, aumentan los antagonismos sociales generando constantemente la justa indignación y creciente rebeldía de las masas trabajadoras que se movilizan, hacen mítines y plantones, bloquean avenidas, paralizan parcialmente las actividades buscando frenar la infamia y el infierno de la superexplotación.

Obligados a lanzarse a la lucha para frenar la voracidad de los monopolios y gobernantes los trabajadores se encuentran todavía sin su propia organización política independiente que los dirija, siendo terreno de disputa de las diferentes tendencias que pugnan por encausar la indignación popular para sus propios fines:

De un lado están los politiqueros uribistas, representantes de la mafia y el paramilitarismo, que buscan volver a tener el mando del Estado reaccionario, siendo los principales impulsores del referendo revocatorio de Santos y de los acuerdos con las Farc. Siguiendo la corriente de la revocatoria del mandato se encuentran los politiqueros «progresistas», verdes, rojos y amarillos, impulsores del referendo por la moralización del parlamento y la revocatoria del alcalde de Bogotá. En realidad, todos ellos son representantes de las clases dominantes tratando de pescar en río revuelto los votos para escalar en el establo parlamentario y la presidencia en las próximas elecciones del 2018. Sus denuncias contra la corrupción y la politiquería, sus lamentos frente a los abusos del gobierno son palabrería demagógica de politiqueros en campaña en la cual los trabajadores no deben creer: ni Santos, ni Peñalosa serán revocados, ni moralizado el parlamento, ni suprimidos los privilegios de los parlanchines del Congreso.

De otro lado están las iniciativas que aparecen como novedosas e inteligentes, expuestas por algunos intelectuales de la pequeña burguesía, incluso compañeros honrados que creen sinceramente en que se puede combatir el sistema corrupto y despojador con las mismas armas que éste proporciona: de ahí surge la iniciativa de saturar las instituciones con derechos de petición sobre la reforma tributaria para «hacer colapsar el sistema»; de allí proviene la idea de hacer un boicot económico para cambiar de raíz el sistema; desde allí también se alimenta la ilusión de los 8 millones de firmas para reformar el parlamento; de esa fe en la institucionalidad burguesa proviene la idea de votar en blanco… Todas iniciativas que se presentan como independientes pero en el fondo corresponden a las intenciones de quienes se perfilan como los nuevos aspirantes a los puestos del Estado; su lógica es simple: solo hay que elegir y poner en los puestos del Estado a los buenos sacando a los malos.

Por duro que parezca, quienes creen ciegamente en que se puede cambiar el sistema con sus propias armas, son sembradores de ilusiones en que la putrefacción de la máquina que garantiza los privilegios de los explotadores se puede moralizar, se engañan y engañan al pueblo al hacerle creer que ese instrumento en manos de sus enemigos puede ser imparcial, justo y servirle… cuando en realidad todo el aparato estatal y gubernamental está hecho para defender los intereses y privilegios de la minoría explotadora, toda la institucionalidad está ajustada para brindar la apariencia democrática a la brutal dictadura de los monopolios y grandes capitalistas, los verdaderos dueños del poder, el poder detrás del poder. De ahí que no importa qué personas lleguen al Estado, todos ellos tienen que cumplir el mandato de los dueños del capital y ser continuadores del sistema corrupto y corruptor, donde quien se oponga es asesinado; o si las cosas se ponen muy feas y se presenta una crisis de poder, les queda el recurso de implantar la dictadura civil o militar abierta, como enseña la experiencia y la historia de todos los países.

Sembrar ilusiones en la institucionalidad burguesa es incorrecto, más aún cuando se contrapone a las tareas de la movilización y la lucha directa, único camino cierto para conquistar las reivindicaciones del pueblo que debe unirse, organizarse y lanzarse a la huelga política para frenar la voracidad de los explotadores y cambiar de raíz el sistema.

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