¿Por qué los dueños de Avianca tiemblan ante la Huelga?

Cuando con los potentados capitalistas se enfrentan obreros desposeídos que actúan individualmente, ello equivale a la total esclavización de los obreros. Pero cuando estos obreros desposeídos se unen, la cosa cambia. No hay riquezas que puedan reportar provecho a los capitalistas, si éstos no encuentran obreros dispuestos a trabajar con los instrumentos y los materiales de los capitalistas, y a producir nuevas riquezas».

Lenin

El poder empresarial de Germán Efromovich, principal accionista y presidente de Avianca, es un vivo ejemplo de la esencia del capitalismo, sistema en el cual la tierra, las fábricas, los medios de producción en general, son de propiedad privada de unos pocos grandes empresarios cada vez más ricos a expensas de explotar a muchos trabajadores cada vez más pobres.

En efecto, Efromovich hace parte de grupos monopolistas que concentran la propiedad de empresas de petróleos, energía, construcción naval, radioquímica, agricultura, transportes terrestres, cadenas hoteleras, aviación… donde solo el Grupo Avianca que en Colombia lo integran Avianca y Tampa Cargo S.A. y en Ecuador Aerolíneas Galápagos S.A. (Aerogal), conforma Avianca Holdings junto con las compañías del Grupo TACA de Centroamérica, con 177 aeronaves que en el 2016 transportaron 29.5 millones de pasajeros a 105 destinos en 28 países de América y Europa, todo como producto del trabajo de más de 21.000 trabajadores.

Efromovich cuyas empresas miden sus ganancias y patrimonio en billones de pesos, salió a chillar ante la prensa por un simple pliego de 702 pilotos, calificándolo con desfachatez de ser un pliego «ilegal e inmoral». Para la burguesía todo lo que afecte sus ganancias es «ilegal e inmoral», por eso los empresarios de Avianca de inmediato acuden al Estado, el poder político de los explotadores, para que mediante las leyes y la fuerza de las armas protejan sus ganancias, es decir la legalidad y la moralidad de la explotación del trabajo ajeno.

¿Y quién habla de «ilegalidad e inmoralidad»? Ni más ni menos que el parásito social Efromovich cuya empresa Avianca ni siquiera tiene a sus trabajadores de salario mínimo contratados directamente, sino que utiliza la Cooperativa de Trabajo Asociado Servicopava controlada por directivos de Avianca, para superexplotar a 6.000 trabajadores mediante la contratación tercerizada. ¡Esa es la legalidad y moral de burgueses como Efromovich! Por eso y con muy justa causa, los trabajadores tercerizados de Avianca organizados en Antsa y Astopsac se han movilizado en solidaridad con la huelga de los pilotos y en exigencia de su derecho a la contratación directa con la empresa.

La forma atroz de explotar a los trabajadores —de la cual no escapan los más calificados como son los pilotos, razón por la cual se ven obligados a presentar pliego y salir a la huelga— es la verdadera fuente de las inmensas ganancias, de la concentración y acumulación de la riqueza en manos de unos cuantos grupos monopolistas, de los cuales el de Efromovich es un pigmeo comparado con los grandes monopolios imperialistas.

Y si en la superexplotación del trabajo asalariado está la fuente de las ganancias de los capitalistas, entonces en la huelga que es la parálisis de la producción de ganancias, está la fuerza de los trabajadores para conquistar sus derechos. Se puede ver claramente en la huelga de los pilotos de Avianca, que a pesar de enfrentar el esquirolaje de otra asociación de pilotos amangualada con los empresarios, a pesar de que en la huelga no participan los 6.000 trabajadores tercerizados… la huelga tiene chillando y temblando a Efromovich y sus compinches explotadores porque les ha mermado sus ganancias al verse obligados a cancelar el 51% de los vuelos. Si solo con una huelga de la mitad de los pilotos, Avianca pierde US2.000.000 diarios… ¿qué tal con una huelga ya no solo de todos los pilotos, sino de todos los trabajadores explotados por Avianca? ¡Pondría a los empresarios de rodillas!

Sin duda la huelga es una poderosa arma para la lucha inmediata de los trabajadores, porque afecta el corazón de los capitalistas que ellos no lo tienen en el pecho sino en el bolsillo. Pero la lucha inmediata, aunque es necesaria e inevitable es apenas una lucha para resistir a la crueldad de la explotación capitalista. La huelga no puede suprimir la condena y las cadenas de la explotación asalariada, solo puede hacerlas «más llevaderas».

Es un hecho que cada día las condiciones de vida y de trabajo en el sistema capitalista son más insoportables; las fábricas y empresas se han convertido en verdaderos infiernos de explotación que no solamente exprimen toda la energía vital, física y espiritual del trabajador sino que le arrebatan su vida, lo enferman, lo aniquilan, lo separan de sus familias por las terribles y agotadoras jornadas, lo matan junto con sus seres queridos porque los someten a vivir con un salario miserable que por más que trabajen varias personas en un hogar, cada día el salario alcanza menos, y eso significa menos comida, menos posibilidades de educación, vestido, techo, salud, mientras que en el otro extremo, los empresarios se embolsan la ganancia disque porque son dueños privados de las empresas. Si la riqueza proviene del trabajo, entonces que sean los trabajadores quienes tengan la propiedad de las empresas. Pero claro que los empresarios no van a entregar su propiedad privada por las buenas, es necesario expropiarlos por la fuerza de una revolución.

En ese sentido, las huelgas se convierten en campos de batalla, para reconocer mejor a los enemigos y agruparse más con los amigos, para experimentar la fuerza que da la unidad, organización y lucha de los trabajadores, para entender que la contrariedad entre los empresarios y los trabajadores, o lo que es lo mismo, entre el capital y el trabajo, es una contradicción entre enemigos de clase, cada día más explosiva, más urgente de resolver de raíz y eso no lo pueden hacer los capitalistas porque como es el caso de Avianca, entre más crecen las ganancias de los dueños, más empeoran las condiciones de los trabajadores. La contradicción entre el trabajo y el capital solo la pueden resolver las fuerzas del trabajo, socializando la propiedad del capital entre los trabajadores que lo producen. Tal es el objetivo económico de una revolución contra el poder del capital.

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