La marcha de la indignación popular

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Caminando en la marcha del 26 de julio, recorriéndola desde el comienzo hasta el final, leyendo todas las pancartas y carteles, y observando a todos los que participaron, miles y miles, diferentes organizaciones sociales, de estudiantes, de obreros, de pensionados, de mujeres, de LGBTI, etc. miles y miles de indignados.

Sin embargo, como era de esperarse, los gobernantes trataron de utilizar la movilización para posar de defensores de los líderes sociales; hipócritas en Bogotá salieron de primeros los funcionarios de la administración Peñalosa, seguramente para evitar lo que le pasó al títere Duque en Cartagena quien salió abucheado al grito unánime: ¡Duque, paraco, el pueblo está berraco!

Otro tanto hicieron los politiqueros de la mal llamada oposición, quienes también hicieron presencia: Jorge Robledo de la mano con Sergio Fajardo, Gustavo Petro también, todos aprovechando la oportunidad para reencaucharse mostrándose sensibles, indignados y muy críticos, defendiendo la vida de los líderes sociales y rechazando los asesinatos, pero sembrando ilusiones en la ley y en la constitución burguesas; una actitud ridícula porque así no se detendrá la matanza, ya que el problema no es falta de leyes, sino de los intereses de los explotadores a quien el Estado sirve; sus discursos distorsionan y distraen a los luchadores honestos.

Desde la posición económica y política en que se encuentran los jefes de la oposición, cualquiera puede posar de “izquierda”, como dice el cubano Silvio Rodríguez en Canción en Harapos:
Que fácil es engañar al que no sabe leer
cuantos colores, cuantas facetas
tiene el pequeño burgués.
Que fácil de apuntalar sale la vieja moral
que se disfraza de barricada
de los que nunca tuvieron nada
que bien prepara su mascarada
el pequeño burgués.
En fin, de todo se ve en la viña del señor, como dicen los creyentes.

Entre 50 y 60 mil personas caminaron, no solo defendiendo la vida de los líderes sociales, sino además, y sobre todo, repudiando el terrorismo del Estado colombiano implementado contra los líderes sociales y los desmovilizados de la antigua guerrilla de las FARC. La mayoría de aquellos indignados decidieron marchar y gritar no más asesinatos, sin importar la hora convocada, sin importar la lluvia que caía y la noche que cubría la ciudad, sin importar la masiva presencia de la represiva institución policial, sin importar que venían de extenuantes jornadas laborales o de estudiar todo el día en colegios y universidades, sin importarles… o mejor, también en respuesta a la terrible situación económica impuesta por el payaso presidente Duque y su cínico ministro de hacienda que hace cada día más pesada y horrible su existencia.

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Y no es para menos, además de los abusos económicos, aumento de impuestos, y los privilegios cada vez más descarados aprobados para los ladrones de cuello blanco como al exministro Andrés Felipe Arias, o el pago a los corruptos por el caso Odebrecht y la Ruta del Sol 2, entre muchas otras cosas más, el pueblo marchó a nivel nacional y particularmente en la capital de la república.

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Consignas como: ¡Duque, pare el conteo, detener el genocidio es su deber!, ¡Por los luchadores asesinados, rebelarse es justo!, ¡Duque, usted obedece a quien manda asesinar!, ¡Duque, desmonte su maquinaria asesina paramilitar!, ¡No somos terroristas, cuando no nos asesinan, nos judicializan, libertad para Julián Gil!, ¡¿Cuántos líderes sociales, y ambientales y excombatientes más, Muertos?!

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¡No más crímenes de Estado!, ¡Por nuestros muertos, ni un minuto de silencio, toda una vida de combate…! etc., etc., reflejan la indignación del pueblo y la rabia ante los abusos criminales del Estado burgués, terrateniente y pro-imperialista de Colombia; expresan el dolor por el asesinato y desaparición de los cientos de luchadores por los derechos humanos, luchadores reclamantes de tierras, luchadores y defensores de los recursos naturales y los ecosistemas, activistas de la sustitución de los cultivos de coca y marihuana, luchadores contra la corrupción en las regiones, denunciantes de políticos abiertamente ladrones…

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Tanto en Arauca como en Antioquia, en los cuatro puntos de la geografía del país diariamente son asesinados cobardemente todo tipo de luchadores por la defensa de la vida, la paz, la educación, la salud, luchadores asesinados por el solo hecho de oponerse al descaro del desfalco en el presupuesto de sus corregimientos o departamentos.

Miles de los mejores hijos del pueblo han sido asesinados por las balas de los ejércitos creados y financiados por los terratenientes, industriales, gremios económicos y políticos. Esos son los autores intelectuales amparado por Estado y ahora protegidos por el gobierno del bufón Iván Duque Márquez.

Esos son los autores intelectuales. Así de categórico debe decirse y responderle al señor Humberto de la Calle Lombana, quien en el programa pregunta Yamid de CM& escurridizamente dijo que había que juzgar no solo a los autores materiales sino también a los autores intelectuales, pero no quiso decir abierta y escuetamente lo que expresamente se cita en el párrafo anterior y todo el pueblo sabe.

Es el ESTADO COLOMBIANO y su política de exterminio el verdadero responsable de la matanza. Es la abierta dictadura burguesa contra el proletariado y el campesinado colombiano, la autora de todos los asesinatos sucedidos durante todos los gobiernos, que desde la casa de Nariño llegan a imponerse contra los intereses más sentidos de las inmensas masas de explotados y oprimidos. Burgueses, terratenientes e imperialistas, asesinos, carniceros cobardes despiadados, fieles perros servidores y defensores de sus intereses miserables. Esos son los autores únicos y verdaderos jefes intelectuales de la muerte desde que instauraron el oprobioso sistema capitalista.

Así debe decirse públicamente, desenmascararlos y combatirlos. El pueblo colombiano debe saber que la matanza de sus dirigentes solo podrá ser superada desencadenando la guerra de los pobres, con la verdadera revolución armada dirigida por un auténtico partido proletario marxista leninista maoísta. Solo así el pueblo acabara de raíz con los asesinatos de sus mejores hijos y luchadores, no hay otro método, no hay otro camino, no es la búsqueda de la reconciliación ni mendigando la paz; no es con marchas pacíficas ni carnavalescas como las promovidas por la intelectualidad pequeñoburguesa, sus organizaciones no gubernamentales y sus políticos seudo izquierdistas; es con la revolución social y política, con las armas en las manos de la alianza obrera-campesina.

Falta mucho camino por recorrer, falta elevar más la rebeldía, falta hacer que la rabia y la indignación enfrente al pueblo contra sus centenarios enemigos de clase representados en el Estado; hay que elevar más el nivel de conciencia para que lleguen esos días de imparable rebeldía en las calles, para que ante el asesinato de cualquier luchador por más apartado que sea el lugar, se levanten imparables y grandes oleadas de ira revolucionaria del pueblo, buscando verdadera justicia.

Que ante un asesinato el pueblo cobre mil veces con atronadoras movilizaciones y paros de la producción, que la burguesía y sus cobardes sicarios tiemblen ante la orden de matar, porque despertarán un maremoto social de explotados imponiendo justicia revolucionaria.

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Llegará el día en que temblarán y buscarán dónde esconderse los malditos parásitos explotadores y las fuerzas terroristas del Estado colombiano, cuando el pueblo decida levantarse en guerra popular y hacer justicia.

Un amigo de RO

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