Electricaribe asesina a un anciano al cortar la energía de su casa

Electricaribe asesina a un anciano al cortar la energía de su casa 1

José Miguel Dau David, vivía en Santa Marta y tenía 92 años. Luchó contra sus enfermedades hasta donde se lo dejó hacer el apetito voraz de ganancia del capital. Su verdugo no fue la pandemia, fue el capitalismo que el pasado viernes 28 de agosto tocó a su puerta personificado en un técnico de Electricaribe quien le cortó el servicio de energía que alimentaba el respirador artificial que lo mantenía con vida, pese a sus problemas de respiración y una falla renal que lo aquejaban. No valieron las súplicas de sus familiares, las cámaras que todo lo registraron, las advertencias de que la vida de don José dependía del servicio de electricidad y que los recibos estaban en reclamación debido a los cobros excesivos e injustificados. De forma inmediata, contundente e indolente, los operarios cumplieron la sentencia de muerte dada por los capitalistas de Electricaribe.

El capitalismo es un estorbo para el desarrollo de la sociedad, trae ruina y muerte a las clases trabajadoras en beneficio de un puñado de parásitos que viven a costa del trabajo ajeno. Esta es una muestra más de que el capitalismo asesino destruye la vida humana, una de las dos fuentes de riqueza de la sociedad con tal de saciar su apetito infinito de ganancia. Mientras el Estado le inyecta una multimillonaria ayuda a los capitalistas de Avianca para salvarlos de la quiebra en que se encuentran, con el argumento de que el transporte aéreo es un servicio público esencial; ese mismo Estado de los ricos se hace el de la vista gorda a la hora de garantizar, ese sí vital y esencial, el servicio de electricidad al pueblo que depende de ella para sobrevivir. La ley en el capitalismo, es la ley que favorece los intereses de los monopolios y el Estado de los ricos se encarga de hacerla cumplir por medio de la fuerza de la violencia organizada, así ello implique quitarle la vida al pueblo trabajador.

La burguesía y los terratenientes son clases criminales, asesinan al pueblo no solo con balas, sino, suspendiendo servicios básicos como la energía en medio de la pandemia de la cual dependen muchos enfermos para vivir. No basta con hacer de esta podrida sociedad capitalista una “más humana”, como sueña la pequeña burguesía, pues por su carácter asesino el capital es capaz de matar fuerza de trabajo para garantizar sus intereses y esa característica hace parte de la esencia misma del sistema.

¡Que se desborde la indignación popular en las calles cada vez que se cometan estos crímenes! Los intereses del capital no pueden estar más por encima de la vida del pueblo. Es necesario garantizar por encima de los negocios de los capitalistas, la vida del pueblo, los servicios públicos, la salud y el trabajo. El virus es el régimen uribista y sus negocios con los monopolios que asesinan al pueblo. El tratamiento para destruirlo es la lucha directa en las calles, de forma masiva, beligerante y organizada en Comités de Huelga, para impedir que la muerte se imponga sobre el pueblo mientras el Estado de los ricos garantiza los intereses de las clases dominantes.

El capitalismo y el podrido Estado de los ricos son la pandemia y no merecen vivir un día más. Hay miles de razones para organizar la revolución proletaria que destruya de raíz las bases del capitalismo y su podrido Estado que se encuentra al servicio de los dueños del capital. Es hora de redoblar esfuerzos para construir el Partido político del proletariado que dirija la lucha del pueblo hacia la construcción del Socialismo, sistema en el cual las necesidades y la vida de las masas están al mando de la dirección de la sociedad, y en el cual esto se garantiza porque todos los obreros y campesinos tienen un fusil al hombro para garantizar su democracia, su poder por medio de la violencia revolucionaria y no los intereses de los asesinos capitalistas como sucede hoy en día.

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