¡EL CAPITALISMO ES EL DESASTRE!

¡EL CAPITALISMO ES EL DESASTRE! 1

Actualmente hay 182 municipios del país en alerta roja o naranja frente a deslizamientos e inundaciones. ¿Puede la dictadura de la burguesía resolver este grave problema social?

Cuando la supervivencia del capital en Colombia, como parte del capitalismo mundial es a cuenta de depredar las dos únicas fuentes de riqueza: la fuerza de trabajo y la naturaleza; cuando la esperanza de vida de este sistema moribundo depende de estrangular la sociedad y destruir la naturaleza, es imposible resolver esta situación. Lo pasado en Mocoa, Manizales, Gramalote, La Guajira, etc., producto del cambio climático, seguirá siendo soportado por las masas, con consecuencias severas, porque toda inversión de capital tiene como único fin nutrir los grandes monopolios y la abundante burocracia estatal corrupta.

Conservar los ecosistemas naturales en las montañas y recuperar zonas críticas en las cuencas hídricas no puede ser una prioridad nacional, por más que insistan los expertos y ecologistas. Y no será porque va en contravía de la locomotora minera de las clases dominantes, de la necesidad de mantener la enorme cuota de ganancia del capital imperialista y contra la monopolización del suelo por los terratenientes.

La planificación y el manejo del paisaje mucho menos se cristalizará mientras el reino del capital permanezca en pie, porque éste vive para explotarlo, pues es una de las grandes fuentes de riquezas.

¿Relocalizar asentamientos urbanos y recuperar ecosistemas reguladores en las cuencas hídricas? No está en la agenda de los capitalistas, porque su conciencia es sacar la mayor ganancia a sus propiedades e inversiones. Por eso de los 2.300 dueños del 53% de las tierras aprovechables del país, sobrarían dedos de la mano al contar los interesados en algún proyecto para beneficiar el interés colectivo. Tampoco, ninguno de los 2.681 dueños del 58% de los depósitos bancarios del país, estará en condición de ceder un ápice de la cuota de su ganancia en aras de proteger el oxígeno y el agua producidos por los bosques.

Así que las muertes asociadas a lluvias torrenciales serán cada día más frecuentes, toda vez que el encarecimiento de la tierra, el desplazamiento y la miseria acosan a las masas a ubicarse como vecinos de furiosos afluentes o debajo de inestables montañas. A los pequeños propietarios del campo ubicados en zonas de ladera inclinada no se les compensará ni de riesgos y por tanto nunca sacarán sus vacas, porque morirían de hambre, ni mucho menos iniciarán procesos de revegetalización porque se quedarían sin alimento sus animales. Por lo cual destruir los bosques protectores en las áreas críticas de las cuencas seguirá siendo una constante que más abajo provocará fenómenos como el de Mocoa.

La desnudez de las montañas de Colombia es un fenómeno propio del capitalismo en la agricultura; la extracción sin límites de los recursos naturales es un flagelo que ha dañado enormes territorios y contaminado el agua de departamentos enteros. Solo una sociedad que acabe con la propiedad privada y la explotación del trabajo, podrá resolver el problema ambiental. Mientras la ganancia al mando sea la ley de la producción, arrasar con la naturaleza seguirá siendo una necesidad, independientemente de la voluntad de los hombres. No es causal que mientras más ha crecido la conciencia ecologista, incluso en Europa o EE.UU., más ha crecido la devastación y la contaminación por todo el mundo.

La Dictadura del Proletariado sí podrá resolver el problema ambiental porque quitada la propiedad privada de por medio y expropiados la burguesía y los terratenientes, entonces la mayoría trabajadora tendrá cómo ubicarse donde mejore el nivel de vida y haya seguridad para la vida y el progreso. Existirá un único plan nacional de la producción para el cual trabajarán todos los obreros en alianza con los campesinos; la sociedad obedecerá al progreso colectivo y la conciencia de los hombres se transformará en conciencia socialista, constructora, no como es hoy, donde se impone el interés del enriquecimiento individual y la destrucción de la naturaleza.

La Dictadura del Proletariado podrá concentrar la cantidad de personas necesarias, con las más avanzadas herramientas y con toda la inversión que se requiera, para auxiliar rápido, rescatar, reparar y reconstruir ciudades y regiones que sean devastadas por fenómenos naturales o por ataques de las potencias imperialistas, porque la clase obrera estará organizada en todos los niveles, tomando decisiones, ejecutando los planes, controlando su cumplimiento y vigilando el presupuesto nivel por nivel. Los monopolios capitalistas no estarán presentes para imponer los precios, los proyectos… e impidiendo que lleguen las ayudas efectivas y gratuitas a los afectados.

Cualquier ciudad será refugio de reubicación inmediata de los damnificados, porque todos los obreros serán una gran familia. No habrá que saquear en una sociedad así, más que las ruinas para buscar a los desaparecidos, heridos y muertos, contrario a lo que pasa en este momento, donde el ejército y la policía están alertas en custodiar la propiedad privada y sofocar los inevitables levantamientos provocados por la necesidad y la opresión.

La Dictadura del Proletariado en el siglo pasado, por ejemplo en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas tuvo como características principales: la propiedad social sobre los medios de producción; el papel decisivo del Estado en la economía; la dirección centralizada; la planificación; el complejo económico nacional unificado; el carácter movilizador de las masas para ejecutar todos los proyectos; la autosuficiencia (sobre todo en el período cuando todavía no existía el campo socialista); la prioridad en la prevención y atención al riesgo de fenómenos naturales y un papel auxiliar en los indicadores de costos; el carácter limitado de las relaciones monetario-mercantiles; la aceleración del desarrollo de la industria; la combinación de incentivos materiales y morales al trabajo; la garantía de la satisfacción de las necesidades vitales a todos los miembros de la sociedad y aumento incesante de su nivel de vida; la apropiación social de los resultados de la producción, entre otras. Todo lo anterior solo es posible con el poder en manos de la clase obrera, por eso su misión histórica es derrocar todo el poder del capital.

¡El capitalismo es el desastre! No basta resistir, no basta denunciar, no es suficiente la solidaridad con Mocoa y los damnificados, es necesario que el movimiento obrero se organice de manera independiente y revolucionaria, construya su Partido Político Revolucionario y se ponga al frente del levantamiento del pueblo colombiano contra sus centenarios enemigos.

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